domingo, 10 de mayo de 2020

MIS REFLEXIONES:


QUE NO TIEMBLE SU CORAZÓN



Acudían diariamente al templo con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón (Hc 2,46-47).
Quiero orientar esta reflexión, en estos versículos de los discípulos de nuestro Señor, los cuales tenían como cabeza a Pedro, que lideraba el grupo.

Hoy al igual que los discípulos perseveraron; estamos llamados a perseverar desde nuestra casa, ante la realidad, pandémica, que vivimos; es preciso que pongamos nuestra confianza en Dios, tal como el mismo Jesús nos dice en el evangelio de san Juan en el V Domingo de Pascua: que no tiemble su mente que no tiemble su corazón, crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi padre hay muchas estancias (mansiones) me voy a prepararle sitio y volveré para llevarlos conmigo; para que donde yo esté estén también ustedes (cfr Jn 14, 1-12).

Retomando el último verso, del cual hemos hecho referencia, en el mismo hay dos palabras claves que todo cristiano debe asumir según nuestra óptica, en este actual momento: ¡Alegría y Sencillez!

Debemos vivir con alegría esta realidad que nos ha tocado enfrentar y aprovechar para que en la oración incorporar en nosotros la sencillez, confiando en el Señor que nos dice: !No tengas miedo; crees en Dios Padre y crees en mí, que soy su hijo y que te digo: me voy a prepararte una habitación en la casa del Padre, para compartirla contigo!

Es un requisito para yo ser beneficiario de esta morada, aceptar la presencia de Dios en mí y permitirle que su espíritu more en mí y en mi familia.

Quédate en casa y dale gracias a Dios por elegirnos y elegirte a ti para compartir su casa con nosotros.  Vive este día como si fuera el último de tu vida, agradécele a Dios por elegirte e incluirte en su lista de contacto favorito.
No tengas miedo, confías en el Señor y declárate libre en el nombre de su hijo Nuestro Señor Jesucristo.
Te doy gracias, Padre por invitarme a compartir tu casa, dame la humildad y fortaleza para servirte al igual que nuestra madre María te siguió en silencio, siendo testigo y discípulo tuyo.

Amen


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