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Domingo, 18 de abril de 2019
Éx 12, 1-8.11-14: La cena pascual judía.
Sal 115
1Cor 11, 23-26: La cena del Señor.
Jn 13, 1-15: El lavatorio de los pies.
PRIMERA
LECTURA
Prescripciones sobre la cena pascual.
Lectura del libro del
Éxodo. Ex 12,1-8.11-14.
En
aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: -Este mes
será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes
del año. Di a toda la asamblea de Israel: el diez de este mes cada uno
procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado
pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el
número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo.
Será un animal sin
defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. Lo guardaréis hasta el día
catorce del mes y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis
la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis
comido. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, y comeréis panes sin
fermentar y verduras amargas. Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las
sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa,
porque es la Pascua, el Paso del Señor.
Yo pasaré esta noche
por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país de Egipto,
desde los hombres hasta los ganados, y me tomaré justicia de todos los dioses
de Egipto. Yo, el Señor.
La sangre será vuestra
señal en las casas donde habitáis. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo
ante vosotros, y no habrá entre vosotros plaga exterminadora cuando yo hiera al
país de Egipto.
Este será un día
memorable para vosotros y lo celebraréis como fiesta en honor del Señor, de
generación en generación. Decretaréis que sea fiesta para siempre.
Palabra de Dios.
Salmo
responsorial. Sal 115,12-13.15-16bc.17-18.
R./ El cáliz que
bendecimos es la comunión de la sangre de Cristo.
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha
hecho?
Alzaré la copa de la
salvación,
invocando su nombre.
R./
Mucho le cuesta al
Señor
la muerte de sus
fieles.
Señor, yo soy tu
siervo,
hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas.
R./
Te ofreceré un
sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre,
Señor.
Cumpliré al Señor mis
votos,
en presencia de todo el
pueblo.
R./
SEGUNDA
LECTURA
Cada vez que
coméis del pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor.
Lectura de la primera
carta del apóstol San Pablo a los Corintios. 1 Cor 11,23-26.
Hermanos:
Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he
transmitido: que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan
y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que
se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía».
Lo mismo hizo con el
cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con
mi sangre; haced esto cada vez que bebáis, en memoria mía».
Por eso, cada vez que
coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta
que vuelva.
Palabra de Dios.
Versículo antes del
Evangelio. Jn 13,34.
Os doy el mandato
nuevo: que os améis mutuamente como yo os he amado, dice el Señor.
EVANGELIO
Los amó hasta el extremo.
Lectura del santo
Evangelio según San Juan. Jn 13,1-15.
Antes
de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de
este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los
amó hasta el extremo.
Estaban cenando (ya el
diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo
entregara) y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que
venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y,
tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a
lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había
ceñido.
Llegó a Simón Pedro y
éste le dijo: -Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?
Jesús le replicó: -Lo
que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.
Pedro le dijo: -No me
lavarás los pies jamás.
Jesús le contestó: -Si
no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.
Simón Pedro le dijo:
-Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.
Jesús le dijo: -Uno que
se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio.
También vosotros estáis limpios, aunque no todos. (Porque sabía quién lo iba a
entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios».)
Cuando acabó de
lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: ¿Comprendéis
lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis «el Maestro» y «el Señor», y
decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los
pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo
para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.
Palabra del
Señor.
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