Domingo, 12 de enero de 2020
CITAS BÍBLICAS
I Lec. Isaías 42, 1-4. 6-7
Salmo Responsorial 28
II Lec. Hechos 10, 34-38
III Lec. Mateo 3,
13-17
EL BAUTISMO CARTA DE
IDENTIDAD CRISTIANA
En algunas tribus de África cuando una
mujer está embarazada va al bosque con sus amigas y allí oran y meditan
hasta que pueden oír la canción del niño concebido.
Saben que cada alma tiene sus propias vibraciones que expresan su
finalidad y su destino.
Cuando las mujeres han aprendido la canción la cantan a coro y regresan a
la tribu para enseñársela a todos.
Cuando el niño nace, la comunidad reunida, le canta al niño su canción y
cuando el niño empieza su educación y cuando entra en la adolescencia y cuando
se casa le cantan también su canción.
Finalmente cuando el alma está a punto de salir de este mundo, familia y
amigos reunidos en torno a su cama le cantan por última vez su canción.
Y si a lo largo de su vida la persona ha cometido un crimen o una
acción antisocial, el individuo es llamado al centro del pueblo y formando un
gran círculo a su alrededor le cantan su canción.
La corrección no es castigo, es amor y recuerdo de la propia identidad.
La canción le recuerda quién es. Y cuando uno reconoce su canción ya no vuelve
a hacer daño a nadie.
Un amigo es alguien que conoce tu canción y te la canta cuando la has
olvidado.
Para encontrar el camino de vuelta a casa basta cantar la canción que te
han cantado desde que fuiste concebido.
El día del bautismo es el día de nuestra concepción. El día en que Dios
nuestro Padre nos cantó su canción: Tú eres mi hijo, el amado, mi predilecto.
Termina el tiempo de Navidad con sus fiestas y las visitas y volvemos a
la rutina de cada día.
Nuestra eucaristía dominical es también parte importante de nuestra
rutina. No es la llamada del despertador la que nos congrega sino la llamada de
Dios, la llamada de nuestro Padre que quiere cantarnos su canción de amor.
Venimos a la iglesia para "ver" como nos dice el evangelio.
Juan vio el cielo abierto y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una
paloma y se posaba sobre Jesús. Y escuchó una canción del cielo que decía:
"Este es mi hijo, el amado, mi predilecto".
Son tantas las cosas que nuestros ojos carnales no logran
"ver".
Juan tampoco veía al principio. Jesús era para él un judío más, un
pecador más…
Qué difícil nos resulta muchas veces distinguir el original de la copia.
Estaba yo una vez visitando la iglesia de Our Lady of Esperanza en
Manhattan para la que Soralla pintó un cuadro de San José. Admiraba yo el
cuadro y al cabo de un rato el párroco me despertó y me dijo: "Es una
copia. El original se guarda en la Hispanic Society".
Sólo los que pueden ver el interior de las cosas y de las personas pueden
ver la diferencia.
No se puede juzgar un libro por sus tapas. No puedes decir quien es Jesús
si no sabes "ver". Puedes admirarlo en los miles de cuadros que lo
representan, puedes escuchar miles de sermones eruditos sobre Jesús, pero para
captar su música y su esencia necesitas "ver".
Juan vio el Espíritu descender sobre Él. Vio a Dios en su bautismo y
experimentó su poder. No fue un bautismo más. Fue como un terremoto, un
acontecimiento divino.
Juan descubrió aquel día al profeta enviado por Dios para quitar el
pecado del mundo que ningún bautismo puede quitar. Y finalmente vio.
Estamos en la iglesia, en este día bautismal, para ver más claramente
quién es Jesús, escuchar su canción, aprenderla y seguir cantándola durante
nuestra vida.
Nosotros también necesitamos terremotos en nuestras vidas y éstos son los
acontecimientos cotidianos y las personas con las que nos encontramos y
codeamos en nuestras vidas cotidianas.
El día del bautismo de Jesús marca el día 0 de su vida. Comienza el
ministerio, la misión, el canto del amor de Dios a todos los hombres. Melodía
sencilla y profunda que todos llevamos dentro.
Ojalá tengamos todos buenos amigos que nos la recuerdan y cantan cuando
la hemos olvidado. Hijo, amado, predilecto, para siempre.
Fiesta del Bautismo del Señor:
Hechos
que son Noticias
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