miércoles, 11 de septiembre de 2019

HOMILIA: XXIV Domingo. Tiempo Ordinario. Ciclo C


Color: Verde

Domingo, 15 de septiembre de 2019

CITAS BÍBLICAS
-          1ra lect.: Ex 32,7-11.13-14
-          Sal 50
-          2da lect.: 1Tim 1,12-17
-          Evangelio: Lc 15,1-32
EL AMOR NO MARGINA

Un famoso predicador comenzó su sermón enseñando un billete de 100 euros. Y preguntó a los asistentes: "¿Quién de ustedes quiere este billete de 100 euros?
Las manos empezaron a alzarse.
Les dijo: "Voy a dar este billete a uno de ustedes, pero antes déjenme hacer esto". Y empezó a estrujar el billete. Siguió preguntado; "¿Todavía lo quieren?" La gente levantó las manos.
Bien, les dijo: "¿Y si hago esto?" Dejó caer el billete al suelo y comenzó a pisarlo y ensuciarlo con sus zapatos.
Lo recogió, ahora arrugado y sucio. "¿Todavía lo quiere alguien?".
Las manos seguían levantándose.
Amigos, han aprendido una valiosa lección. Hiciera lo que hiciera al billete, ustedes seguían deseándolo porque, a pesar de su aspecto cada vez más feo, sabían que su valor seguía siendo el mismo. Seguía valiendo 100 euros.
Nosotros somos ese billete. Muchas veces ensuciados y aplastados por nuestras propias decisiones o por las decisiones de los demás. Nos sentimos indignos y sin valor. Pero el valor de nuestras vidas no está en lo que hacemos sino en lo que somos.
Y todos somos especiales. Hay que valorar las bendiciones de la vida, no los problemas.
Hoy en el capítulo 15 de Lucas Jesús nos cuenta tres cuentos: la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo perdido.
Todo el evangelio está ahí.
Toda la buena noticia está ahí.
¿Quiere saber como es Dios?
¿Quiere saber como es Jesús?
¿Quiere saber como es usted?
Abra la Biblia y lea despacio el capítulo 15 de Lucas y comprobará que:
§  Jesús no es un predicador aburrido porque sabe contar hermosas historias.
§  Jesús no es un predicador ignorante, que habla de oídas, porque es el único predicador que conoce a Dios Padre.
§  Jesús no es un predicador charlatán. En una frase, fácil de recordar, nos dice todo el mensaje: "No se puede servir a dos señores". "Por sus frutos los conoceréis". "Donde está tu tesoro, está tu corazón". "Yo conozco a mis ovejas".
Lucas nos dice que los enemigos de Jesús, los fariseos y maestros de la ley definían a Jesús como el que "acoge a los pecadores y come con ellos". Y tenían razón. Buena definición del ministerio de Jesús.
¿Y usted cómo define a Jesús? ¿Qué dice de Jesús?
San Pablo dice también: "Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero".
El que se encuentra con Jesús se reconoce pecador, el primero, el más grande. Muchos no se atreven a decir: yo el más grande.
Aquí estamos, en este domingo, en nuestra casa, una asamblea de pecadores, celebrando el encuentro con Jesús, la salvación de Jesús, el perdón de los pecados por Jesús.
"Si uno de ustedes pierde una oveja de las cien que tiene no deja las noventa y nueve y se pone en busca de la perdida?
¿Qué haría usted?
Dios no actúa como los bomberos que están tranquilos en su estación mientras no suene la alarma.
Dios no está quieto.
Dios hace campaña, no para pedirte tu voto, sino para buscarte, para llevarte a su corral, para vendar tus heridas, para cargarte sobre sus hombros.
¿Por qué? Porque eres suyo.
Dios no da a nadie por desparecido ni por muerto aunque pasen los días y los años.
Dios no borra a nadie de su lista.
Para Dios no hay personas non gratas. Usted está en el corazón de Dios.
Nadie es tan malo que no pueda ser amado por Dios.
En la justicia de Dios no hay silla eléctrica ni inyección letal. Sólo hay amor y perdón para el que se deja encontrar por Él. Déjese encontrar, tocar, abrazar por Dios.
En las matemáticas de Dios uno es tan valioso como 99.
Y cuando llega a casa, reúne a sus amigos y vecinos y les dice: Alégrense conmigo porque encontré la oveja perdida.
Jesús nos habla de su Padre, de su amor y al mismo tiempo nos habla de nosotros, de nuestra necesaria conversión, de nuestra vuelta a casa.
Cuántos hermanos nuestros, sellados con el sello del amor de Dios, con su Espíritu, le han dado la espalda, viven perdidos en sus pequeños amores, prisioneros de sus deseos y de la carne, atrapados en el cepo del consumo y lo superficial y sin embargo son amados y buscados por el buen pastor, por Jesús.
Es responsabilidad nuestra llamarles y amarles en el nombre de Jesús.
Esta es la fiesta del cielo. Aquí y ahora, Dios goza, los ángeles cantan, por cada pecador que se arrepiente y empieza a respirar en libertad.








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