Domingo, 15 de septiembre de 2019
CITAS BÍBLICAS
- 1ra lect.: Ex 32,7-11.13-14
- Sal 50
- 2da lect.: 1Tim 1,12-17
- Evangelio: Lc 15,1-32
EL AMOR NO MARGINA
PRIMERA LECTURA
El Señor se
arrepintió de la amenaza que había pronunciado.
Lectura del libro del
Éxodo. Ex 32,7-11.13-14.
En
aquellos días dijo el Señor a Moisés: -Anda, baja del monte, que se ha
pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del
camino que yo les había señalado. Se han hecho un toro de metal, se postran
ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: «Este es tu Dios, Israel, el que
te sacó de Egipto». Y el Señor añadió a Moisés: -Veo que es¿e pueblo es un
pueblo de dura cerviz. Por eso déjame: mi ira se va a encender contra ellos
hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo.
Entonces Moisés suplicó
al Señor su Dios: -¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo,
que tú sacaste de Egipto con gran poder y mano robusta? Acuérdate de tus
siervos Abrahán, Isaac y Jacob, a quienes juraste por ti mismo diciendo:
«Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta
tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea
por siempre».
Y el Señor se arrepintió
de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.
Palabra de Dios.
Salmo
responsorial. Sal 50,3-4.13-13.17 y 19.
R./ Me pondré en camino
adonde está mi padre.
Misericordia, Dios mío,
por tu bondad;
por tu inmensa compasión
borra mi culpa.
Lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
R./
¡Oh Dios!, crea en mí un
corazón puro,
renuévame por dentro con
espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu
rostro,
no me quites tu santo
espíritu.
R./
Señor, me abrirás los
labios,
y mi boca proclamará tu
alabanza.
Mi sacrificio es un
espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y
humillado, tú no lo desprecias.
R./
SEGUNDA LECTURA
Jesús vino al
mundo para salvar a los pecadores.
Lectura de la primera
carta del apóstol San Pablo a Timoteo. 1 Tim 1,12-17.
Doy
gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fió de mí y me
confió este ministerio. Eso que yo antes era un blasfemo, un perseguidor y un
violento. Pero Dios tuvo compasión de mí, porque yo no era creyente y no sabía
lo que hacía. Dios derrochó su gracia en mí, dándome la fe y el amor cristiano.
Podéis
fiaros y aceptar sin reserva lo que os digo: Que Jesús vino al mundo para
salvar a los pecadores, y yo soy el primero. Y por eso se compadeció de mí:
para que en mí, el primero, mostrara Cristo toda su paciencia, y pudiera ser
modelo de todos los que creerán en él y tendrán vida eterna. Al rey de los
siglos, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los
siglos. Amén.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Habrá alegría en
el cielo por un solo pecador que se convierta.
Lectura del santo
Evangelio según San Lucas. Lc 15,1-37.
En
aquel tiempo se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle.
Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos: -Ese acoge a los
pecadores y come con ellos.
Jesús les dijo esta
parábola: -Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja
las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la
encuentra? Y cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento;
y al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para
decirles:-¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido. Os
digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se
convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
Y si una mujer tiene diez
monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca
con cuidado, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, reúne a las vecinas
para decirles: -¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido.
Os digo que la misma
alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.
[También les dijo: Un
hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: -Padre, dame la
parte que me toca de la fortuna. El padre les repartió los bienes. No muchos
días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y
allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo,
vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue
entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país, que lo mandó a sus
campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las
algarrobas que comían los cerdos, y nadie le daba de comer. Recapacitando
entonces, se dijo: -¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan,
mientras yo aquí me muero de hambre! Me pondré en camino adonde está mi padre,
y le diré: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco
llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros».
Se puso en camino adonde
estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y,
echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.
Su hijo le dijo: -Padre,
he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.
Pero el padre dijo a sus
criados: -Sacad en seguida el mejor traje, y vestidlo; ponedle un anillo en la
mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un
banquete, porque este hijo mío estaba muerto, y ha revivido; estaba perdido, y
lo hemos encontrado.
Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó
la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Este le contestó:-Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado,
porque lo ha recobrado con salud.
El se indignó y se negaba
a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre:
-Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí
nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha
venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el
ternero cebado.
El padre le dijo: -Hijo,
tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; deberías alegrarte, porque
este hermano tuyo estaba muerto, y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos
encontrado.]
Palabra del Señor.
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