Domingo, 23 de junio de 2019
Zac. 12, 10-11
Gal. 3,26-29
Lc. 9, 18-24
Lc. 9, 18-24
Monición de Entrada
Muy buenas noches (días, tardes), hermanas y hermanos, bienvenidos a
esta celebración eucarística. Estamos ya en el duodécimo domingo del tiempo
ordinario. Cristo nos invita a admitir que somos los discípulos de un Mesías
doliente. Nos invita, a tomar nuestra cruz cada día y seguir detrás de Él. En
esta celebración el Señor quiere derramar su gracia para ayudarnos en nuestro
diario peregrinar. De pie, por favor, para que demos inicio.
Primera
lectura: Zacarías 12, 10-11 (Mirarán al que traspasaron)
El profeta Zacarías anuncia el perdón de Dios y un espíritu de gracias
sobre todo los habitantes de Jerusalén. El "traspasado", es figura de
Cristo en su Pasión. Esta lectura nos invita a aceptar con resignación la cruz
de cada día. Escuchemos.
Segunda
lectura: Gálatas 3, 26.29-21 (Los bautizados se han revestido de Cristo)
En su carta a los Gálatas, San Pablo nos dice que la fe en Cristo nos
justifica ante Dios. Por ella y por nuestro bautismo somos constituidos
hijos de Dios. No hay distinciones entre nosotros, somos uno en el Espíritu.
Pongan atención.
Tercera
lectura: Lucas 9, 18-24 (¿Quién dicen que soy yo? Tú eres el Mesías de
Dios)
El Evangelio enfrenta a los hombres de todos los siglos con la pregunta
de Cristo ¿quién dice la gente que soy yo? Cristo anunció su pasión y muerte, y
añadió las condiciones para sus seguidores: abnegación, sufrimiento y
disponibilidad absoluta. De pie por favor. Entonemos el aleluya.
Oración
Universal:
Por el papa N. y por todos los obispos de la Iglesia, por los sacerdotes
y ministros que le asisten en el servicio del pueblo de Dios: para que
apacienten santamente el rebaño a ellos confiado. Roguemos al Señor.
Por los responsables del gobierno de las naciones: para que fomenten
siempre la paz y el desarrollo integral para todos, y respeten la justicia y la
libertad. Roguemos al Señor.
Por todos los seres humanos del mundo que padecen hambre o enfermedad,
los migrantes, los desterrados, los desempleados, los privados de libertad, y
por todos los que sufren: para que sientan el auxilio y el consuelo de Dios. Roguemos
al Señor.
Por todos y cada uno de los presentes, por los miembros de nuestra
parroquia que no están ahora con nosotros: para que todos experimentemos la
plenitud de la salvación. Roguemos al Señor
Exhortación
final:
(Tomado de B. Caballero:
La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1995, p. 536)
Señor Jesús, también hoy nos preguntas a nosotros:
¿Quién dicen que soy yo? O mejor ¿quién soy para
ustedes?
En medio de un mundo que prefiere ídolos y promesas
de engaño
te confesamos Hijo de Dios y único salvador del
hombre.
¿A quién otro podemos seguir, Señor, que no nos
defraude?
Solamente tú tienes palabras y hechos de vida
eterna.
Te creemos resucitado y vivo en el mundo, hoy como
ayer,
y estamos seguros: vives en nosotros por medio de
tu Espíritu.
Concédenos conocerte a fondo por la fe, la amistad
y la oración;
y haz que, queriendo a nuestros hermanos, nos
entreguemos
a la fascinante tarea de amarte apasionadamente.
Amén
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