TIEMPO DE PASCUA
Domingo, 9 de junio de 2019
Primera lect.: Hc 2, 1-11
Segunda lect.: I Cor 12, 3b-7.12-13
Tercera lect.: Jn 20, 19-23
PRIMERA LECTURA
I
Se llamó Babel,
porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra.
Lectura del libro del Génesis. Gn 11,1-9.
Toda la tierra hablaba una sola
lengua con las mismas palabras.
Al emigrar (el hombre) de Oriente, encontraron una llanura en
el país de Sinaar y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: -Vamos a
preparar ladrillos y a cocerlos (emplearon ladrillos en vez de piedras, y
alquitrán en vez de cemento).
Y dijeron: -Vamos a construir una ciudad y una torre que
alcance al cielo, para hacernos famosos, y para no dispersarnos por la
superficie de la tierra.
El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que estaban
construyendo los hombres y se dijo: -Son un solo pueblo con una sola lengua. Si
esto no es más que el comienzo de su actividad, nada de lo que decidan hacer
les resultará imposible. Voy a bajar y a confundir su lengua, de modo que uno
no entienda la lengua del prójimo.
El Señor los dispersó por la superficie de la tierra y
cesaron de construir la ciudad. Por eso se llama Babel, porque allí confundió
el Señor la lengua de toda la tierra, y desde allí los dispersó por la
superficie de la tierra.
Palabra de Dios.
II
El Señor
bajará al monte Sinaí a la vista del pueblo.
Lectura del libro del Éxodo. Ex 19,3-8a.16-20b.
En aquellos días Moisés subió hacia
Dios. El Señor lo llamó desde el monte, diciendo: -Así dirás a la casa de Jacob
y esto anunciarás a los israelitas: «Ya habéis visto lo que he hecho con los
egipcios, y cómo a vosotros os he llevado sobre alas de águila y os he traído a
mí. Ahora, pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza, vosotros
seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la
tierra; seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa». Estas son
las palabras que has de decir a los israelitas.
Moisés convocó a los ancianos del pueblo y les expuso todo lo
que el Señor le había mandado. Todo el pueblo, a una, respondió: -Haremos todo
cuanto ha dicho el Señor.
Al tercer día, al rayar el alba, hubo truenos y relámpagos y
una densa nube sobre el monte y un poderoso resonar de trompeta; y todo el
pueblo que estaba en el campamento se echó a temblar. Moisés hizo salir al
pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios y se detuvieron al pie del
monte. Todo el Sinaí humeaba porque el Señor había descendido sobre él en forma
de fuego. Subía el humo como de un horno, y todo el monte retemblaba con
violencia. El sonar de la trompeta se hacía cada vez más fuerte; Moisés
hablaba, y Dios le respondía con el trueno. El Señor bajó al monte Sinaí, a la
cumbre del monte, y llamó a Moisés a la cima de la montaña.
Palabra de Dios.
III
¡Huesos secos!
Os infundiré espíritu y viviréis.
Lectura del profeta Ezequiel. Ez 37,1-14.
En aquellos días, la mano del Señor
se posó sobre mí, y con su Espíritu el Señor me sacó y me colocó en medio de un
valle todo lleno de huesos. Me hizo dar vueltas y vueltas en torno a ellos:
eran innumerables sobre la superficie del valle y estaban completamente secos.
Me preguntó: -Hombre mortal, ¿podrán revivir estos huesos?
Yo respondí:-Señor, tú lo sabes.
El me dijo: -Pronuncia un oráculo sobre estos huesos y diles:
¡Huesos secos, escuchad la palabra del Señor! Así dice el Señor a estos huesos:
«Yo mismo traeré sobre vosotros espíritu y viviréis. Pondré sobre vosotros
tendones, haré crecer sobre vosotros carne, extenderé sobre vosotros piel, os
infundiré espíritu y viviréis. Y sabréis que yo soy el Señor».
Y profeticé como me había ordenado, y a la voz de mi oráculo,
hubo un estrépito, y los huesos se juntaron hueso con hueso. Me fijé en ellos:
tenían encima ten dones, la carne había crecido y la piel los recubría; pero no
tenían espíritu.
Entonces me dijo: -Conjura al espíritu, conjura, hombre
mortal, y di al espíritu: Así dice el Señor: «De los cuatro vientos ven,
espíritu, y sopla sobre estos muertos para que vivan».
Yo profeticé como me había ordenado; vino sobre ellos el
espíritu y revivieron y se pusieron en pie. Era una multitud innumerable.
Y me dijo: -Hombre mortal, estos huesos son la entera casa de
Israel, que dice: «Nuestros huesos están secos, nuestra esperanza ha perecido,
estamos destrozados». Por eso profetiza y diles: Así dice el Señor: «Yo mismo
abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y
os traeré a la tierra de Israel. Y cuando abra vuestros sepulcros y os saque de
vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi
espíritu y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor,
lo digo y lo hago». Oráculo del Señor.
Palabra de Dios.
IV
Sobre mis
siervos y siervas derramaré mi Espíritu.
Lectura del profeta Joel. Jl 2,28-32.
Así dice el Señor Dios: Derramaré mi
espíritu sobre toda carne: profetizarán vuestros hijos e hijas, vuestros
ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. También sobre mis
siervos y siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.
Haré prodigios en el cielo y en la tierra: sangre, fuego, columnas
de humo. El sol se entenebrecerá, la luna se pondrá color sangre, antes de que
llegue el día del Señor, grande y terrible. Cuantos invoquen el nombre del
Señor se salvarán. Porque en el monte Sión y en Jerusalén quedará un resto;
como lo ha prometido el Señor a los supervivientes que llamó.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial.
Sal 103,1-2a.24.35c.27-28.29bc-30.
R./ Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
Bendice, alma mía, al Señor.
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto.
R./
¡Cuántas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con sabiduría;
la tierra está llena de tus criaturas!
¡Bendice, alma mía, al Señor!
R./
Todos ellos aguardan
a que les eches comida a su tiempo;
se la echas y la atrapan,
abres tu mano y se sacian de bienes.
R./
Les retiras el aliento, y expiran,
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento y los creas,
y repueblas la faz de la tierra.
R./
EPISTOLA
El Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables.
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos. Rom
8,22-27.
Hermanos: Sabemos que hasta hoy la
creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso;
también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro
interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro
cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvados. Y una esperanza que se ve, ya no
es esperanza. ¿Cómo seguirá esperando uno aquello que ve? Cuando esperamos lo
que no vemos, esperamos con perseverancia.
Así también el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad,
porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo
intercede por nosotros con gemidos inefables. El que escudriña los corazones
sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es
según Dios.
Palabra de Dios.
ALELUYA.
Aleluya, aleluya. Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de
tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor. Aleluya.
EVANGELIO
Manarán
torrentes de agua viva.
Lectura del santo Evangelio según San Juan. Jn 7,37 39.
El último día, el más solemne de las
fiestas, Jesús en pie gritaba: -El que tenga sed, que venga a mí; el que cree
en mí que beba. (Como dice la Escritura: De sus entrañas manarán torrentes de
agua viva.)
Decía esto refiriéndose al Espíritu, que habían de recibir
los que creyeran en él. Todavía no se había dado el Espíritu, porque Jesús no
había sido glorificado.
Palabra del Señor.
DOMINGO DE PENTECOSTES -
MISA DEL DIA - C
PRIMERA LECTURA
Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a
hablar.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles. Hch 2,1-11.
Todos los discípulos estaban juntos
el día de Pentecostés. De repente un ruido del cielo, como de un viento recio,
resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como
llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos
de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la
lengua que el Espíritu le sugería.
Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas
las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron
desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente
sorprendidos preguntaban: -¿No son galileos todos esos que están hablando?
Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?
Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia,
Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en
la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros
judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos
hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial.
Sal 103,1ab.24ac.29bc-30.31 y 34.
R./ Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
Bendice, alma mía, al Señor.
¡Dios mío, qué grande eres!
¡Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas!
R./
Les retiras el aliento, y expiran,
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento y los creas,
y repueblas la faz de la tierra.
R./
Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor.
R./
SEGUNDA LECTURA
Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para
formar un solo cuerpo.
Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los
Corintios. 1 Cor 12,3b-7.12-13.
Hermanos: Nadie puede decir «Jesús es
Señor» si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero
un mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; y hay
diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.
En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los
miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también
Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido
bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido
de un solo Espíritu.
Palabra de Dios.
O bien:
SEGUNDA LECTURA
Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos
son hijos de Dios
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos. Rm
8,8-17
Hermanos:
Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios.
Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el
Espíritu de Dios habita en vosotros. E1 que no tiene el Espíritu de Cristo no
es de Cristo.
Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto
por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenido. Si el
Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el
que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros
cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.
Así pues, hermanos, estamos en deuda, pero no con la carne
para vivir carnalmente. Pues si vivís según la carne, vais a la muerte; pero si
con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis.
Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son
hijos de Dios.
Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en
el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!»
(Padre).
Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que
somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él
glorificados.
Palabra de Dios.
SECUENCIA
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
Amén.
ALELUYA.
Aleluya, aleluya. Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de
tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor. Aleluya.
EVANGELIO
Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Recibid el Espíritu Santo.
Lectura del santo Evangelio según San Juan. Rm 8,8-17
Al anochecer de aquel día, el día
primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas
cerradas por miedo a los judíos. En esto entro Jesús, se puso en medio y les
dijo: -Paz a vosotros.
Y diciendo esto, les enseñó las manos
y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús
repitió: -Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Y dicho esto, exhaló su aliento sobre
ellos y les dijo: -Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los
pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan
retenidas.
Palabra del Señor
O bien:
EVANGELIO
EL Espíritu Santo os lo enseñará todo
Lectura del santo evangelio según san Juan. Jn
14,15-16.23b-26
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos:
-«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al
Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros.
E1 que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos
a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que
estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el
Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os
lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.»
Palabra del Señor
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