martes, 4 de junio de 2019

HOMILÍA: Solemnidad de Pentecostés. Ciclo C


   TIEMPO DE PASCUA
Color: ROJO

Domingo, 9 de junio de 2019

Primera lect.: Hc 2, 1-11
Segunda lect.: I Cor 12, 3b-7.12-13
Tercera lect.: Jn 20, 19-23

Don del Espíritu para la misión

El domingo de pentecostés es la culminación de la Pascua.  Con esta festividad se cierra la cincuentena pascual, centrada en el misterio de Cristo resucitado y glorioso.  La presencia del Espíritu Santo es realidad desde el día de pascua de resurrección, como vemos en el evangelio de este domingo.
En la liturgia de la presente festividad (preste atención a las oraciones y al prefacio) se expresa bien la unidad existente entre pascua y resurrección y pentecostés.  Por ejemplo en el prefacio se dice: “Señor, Padre Santo: para llevar a plenitud el misterio pascual, enviaste hoy el Espíritu Santo sobre los que había adoptado como hijos por su participación en Cristo.
En la segunda lectura san Pablo realiza el paso del pentecostés histórico o primero al pentecostés perenne en la vida cotidiana de la Iglesia, donde el Espíritu actúa mediante la diversidad de carismas, servicios y funciones para la edificación de la comunidad eclesial. Centrado Pablo en los carismas auténticos, profundiza el tema estableciendo dos principios fundamentales:
1.- La pluralidad de carismas y ministerios en la comunidad cristiana es tan normal y necesaria como la diversidad de miembros y funciones en el cuerpo humano, a cuya semejanza entiende Pablo la Iglesia, que es el cuerpo de Cristo.
Contra la tentación de monopolizar  el Espíritu, sea por parte de la autoridad eclesial o por  otro miembro de la comunidad, Pablo afirma sin discriminaciones: “En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común”.  El Espíritu es verdad y no monotonía uniforme, es riqueza y no pobreza.  por tanto hay que respetar a cada uno en su carisma y personalidad cristiana dentro de la libertad de los hijos de Dios.  No es justificable sacrificar la pluralidad en aras de la unicidad; pero a la autoridad eclesial compete el juicio de autenticidad de los carismas, 2.- servicios y ministerios.  No para sofocar el Espíritu, sino para probarlo todo y quedarse con lo que es bueno.
2.- No obstante, la diversidad de carisma, auténticos en los miembros de la comunidad no rompe la unidad dentro de la misma.  Porque los diversos dones y servicios coinciden en su origen y finalidad. Su origen es el Espíritu de Dios, en el que todos hemos sido bautizados para constituir un solo cuerpo; y su finalidad, edificar la comunidad.
Hay cristianos llamados al sacerdocio o a la vida consagrada a Dios por los consejos evangélicos.  Otros, la mayoría, son llamados al matrimonio y la familia.  Hay cristianos, hombres y mujeres, dedicados a la vida apostólica, la predicación, la teología, la enseñanza, la educación de los niños y de los jóvenes, la catequesis, la atención asistencial a los pobres, enfermos y ancianos abandonados.  Hay también cristianos comprometidos, como todos los anteriores, en la promoción y liberación integral del hombre.  Hay oros finalmente, que tan sólo puede aportar el testimonio personal de su vida corriente, lo cual es muchísimo.
La diversidad de carisma no es para el enfrentamiento y la competencia, sino para la unidad y la complementariedad.  Cada uno vive su condición cristiana y el seguimiento de Cristo dentro de la comunidad cristiana conforme a una vocación que es llamada y carisma, don de Dios y servicio a los demás.


Exhortación Final

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1995, p. 495)

Hoy te bendecimos, Padre, porque todos hemos sido bautizados
En Cristo y en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo,
En el que la diversidad de sus miembros no rompa la unidad.

Gracias, Señor, por la riqueza de carisma en tu Iglesia
Mediante las diversas vocaciones al seguimiento de Cristo:
En la vida apostólica, la teología, la catequesis, la enseñanza,
La educación de niños y jóvenes, la atención a los marginados,
La asistencia a los pobres, enfermos y ancianos abandonados.
En todos ellos se manifiesta tu Espíritu para el bien común.

¡Oh Espíritu divino, repuebla la faz de la tierra y renueva
Entre nosotros los prodigios de un nuevo Pentecostés!

Amén.


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