TRIDUO PASCUAL
Domingo, 20 de abril de 2019
Primera lectura Génesis
1, 1-2, 2
Segunda lectura: Génesis 22, 1-18
Tercera lectura: Éxodo 14,15-15,1
Cuarta lectura (Isaías 54, 5-14)
Quinta lectura: Isaías 55, 1-11
Sexta lectura Baruc 3, 9.15.32,4-4
Séptima lectura Ezequiel 36, 16-28
Primera Lectura: Romanos 6, 3-11
Evangelio Lucas 24, 1-12
PRIMERA
LECTURA
Vio Dios todo lo
que había hecho: y era muy bueno.
Lectura del libro del
Génesis. Gn 1,1-31; 2,1-2.
Al
principio creó Dios el cielo y la tierra. [La tierra era un caos informe; sobre la faz del Abismo, la tiniebla. Y el
Aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas.
Y dijo Dios: Que exista
la luz. Y la luz existió. Y vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz
de la tiniebla: llamó Dios a la luz «Día»; a la tiniebla «Noche».
Pasó una tarde, pasó
una mañana: el día primero.
Y dijo Dios: Que exista
una bóveda entre las aguas, que separe aguas de aguas. E hizo Dios una bóveda y
separó las aguas de debajo de la bóveda de las aguas de encima de la bóveda. Y
así fue. Y llamó Dios a la bóveda «Cielo».
Pasó una tarde, pasó
una mañana; el día segundo.
Y dijo Dios: Que se
junten las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezcan los
continentes. Y así fue. Y llamó Dios a los continentes «Tierra» y a la masa de
las aguas la llamó «Mar». Y vio Dios que era bueno. Y dijo Dios: Verdee la
tierra hierba verde, que engendre semilla y árboles frutales que den fruto
según su especie, y que lleven semilla sobre la tierra. Y así fue. La tierra
brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban
fruto y llevaban semilla según su especie. Y vio Dios que era bueno.
Pasó una tarde, pasó
una mañana: el día tercero.
Y dijo Dios: Que
existan lumbreras en la bóveda del cielo, para separar el día de la noche, para
señalar las fiestas, los días y los años; y sirvan de lumbreras en la bóveda
del cielo, para dar luz sobre la tierra. Y así fue. E hizo Dios dos lumbreras
grandes: la lumbrera mayor para regir el día, la lumbrera menor para regir la
noche; y las estrellas. Y las puso Dios en la bóveda del cielo, para dar luz
sobre la tierra; para regir el día y la noche, para separar la luz de la
tiniebla. Y vio Dios que era bueno.
Pasó una tarde, pasó
una mañana: el día cuarto.
Y dijo Dios: Pululen
las aguas un pulular de vivientes, y pájaros vuelen sobre la tierra frente a la
bóveda del cielo. Y creó Dios los cetáceos y los vivientes que se deslizan y
que el agua hace pulular según sus especies, y las aves aladas según sus
especies. Y vio Dios que era bueno. Y Dios los bendijo diciendo: Creced,
multiplicaos, llenad las aguas del mar; que las aves se multipliquen en la
tierra.
Pasó una tarde, pasó
una mañana: el día quinto.
Y dijo Dios: Produzca
la tierra vivientes según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras
según sus especies. Y así fue. E hizo Dios las fieras según sus especies, los
animales domésticos según sus especies y los reptiles según sus especies. Y vio
Dios que era bueno.
Y dijo Dios: Hagamos al
hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del
cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra.
Y creó Dios al hombre a
su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo
Dios y les dijo: Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad
los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la
tierra. Y dijo Dios: Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla
sobre la faz de la tierra; y todos los árboles frutales que engendran semilla
os servirán de alimento; y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves
del cielo, a todos los reptiles de la tierra -a todo ser que respira- la hierba
verde les servirá de alimento. Y así fue.
Y vio Dios todo lo que
había hecho: y era muy bueno.
[Pasó una tarde, pasó
una mañana: el día sexto.
Y quedaron concluidos
el cielo, la tierra y sus ejércitos. Y concluyó Dios para el día séptimo todo
el trabajo que había hecho; y descansó el día séptimo de todo el trabajo que
había hecho.]
Palabra
de Dios.
Salmo
responsorial. Sal
103,1-2a.5-6.10.12.13-14.24 y 35.
R./ Envía tu espíritu,
Señor, y repuebla la faz de la tierra.
Bendice, alma mía, al
Señor;
¡Dios mío, qué grande
eres!
Te vistes de belleza y
majestad,
la luz te envuelve como
un manto.
R./
Asentaste la tierra
sobre sus cimientos,
y no vacilará jamás;
la cubriste con el
manto del océano,
y las aguas se posaron
sobre las montañas.
R./
De los manantiales
sacas los ríos
para que fluyan entre
los montes,
junto a ellos habitan
las aves del cielo,
y entre las frondas se
oye su canto.
R./
Desde tu morada riegas
los montes,
y la tierra se sacia de
tu acción fecunda;
haces brotar hierba
para los ganados
y forraje para los que
sirven al hombre.
R./
¡Cuántas son tus obras,
Señor!,
y todas las hiciste con
sabiduría;
la tierra está llena de
tus criaturas.
¡Bendice, alma mía, al
Señor!
R./
O bien: Sal 32,4
5.6-7.12-13.20 y 22.
R./ La misericordia del
Señor llena la tierra.
La palabra del Señor es
sincera,
y todas sus acciones
son leales.
El ama la justicia y el
derecho,
y su misericordia llena
la tierra.
R./
La palabra del Señor
hizo el cielo,
el aliento de su boca,
sus ejércitos;
encierra en un odre las
aguas marinas,
mete en un depósito el
océano.
R./
Dichosa la nación cuyo
Dios es el Señor,
el pueblo que él se
escogió como heredad.
El Señor mira desde el
cielo,
se fija en todos los
hombres.
R./
Nosotros aguardamos al
Señor:
él es nuestro auxilio y
escudo.
Que tu misericordia,
Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de
ti.
R./
SEGUNDA
LECTURA
Sacrificio de
Abrahán, nuestro padre en la fe.
Lectura del libro del
Génesis. Gn 22,1-18.
En
aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán llamándole: -¡Abrahán!
El respondió: -Aquí me
tienes.
Dios le dijo: -Toma a
tu querido hijo único, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en
sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré.
[Abrahán madrugó,
aparejó al asno y se llevó consigo a dos criados y a su hijo Isaac; cortó leña
para el sacrificio y se encaminó al lugar que le había indicado Dios. El tercer
día levantó Abrahán los ojos y descubrió el sitio de lejos. Y Abrahán dijo a
sus criados: -Quedaos aquí con el asno; yo con el muchacho iré hasta allá para
adorar y después volveremos con vosotros.
Abrahán tomó la leña
para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y el
cuchillo. Los dos caminaban juntos.
Isaac dijo a Abrahán,
su padre: -Padre.
El respondió: -Aquí
estoy, hijo mío
El muchacho dijo:
-Tenemos fuego y leña, pero ¿dónde está el cordero para el sacrificio?
Abrahán contestó: -Dios
proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío.
Y siguieron caminando
juntos.] Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, [Abrahán levantó
allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el
altar, encima de la leña. Entonces] Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su
hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo: -¡Abrahán, Abrahán!
El contestó: -Aquí me
tienes
El ángel le ordenó: -No
alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios
porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo
Abrahán levantó los
ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el
carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. [Abrahán llamó aquel
sitio «El Señor ve», por lo que se dice aún hoy «El monte del Señor ve».]
El ángel del Señor
volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: «Juro por mí mismo -oráculo del
Señor-: por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo, tu hijo único,
te bendeciré, multiplicaré a sus descendientes como las estrellas del cielo y
como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de
ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu
descendencia, porque me has obedecido».
Palabra
de Dios.
Salmo
responsorial. Sal 15,5.8.9-10.11.
R./ Protégeme, Dios
mío, que me refugio en ti.
El Señor es el lote de
mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu
mano.
Tengo siempre presente
al Señor,
con él a mi derecha no
vacilaré.
R./
Por eso se me alegra el
corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa
serena:
porque no me entregarás
a la muerte
ni dejarás a tu fiel
conocer la corrupción.
R./
Me enseñarás el sendero
de la vida,
me saciarás de gozo en
tu presencia,
de alegría perpetua a
tu derecha.
R./
TERCERA
LECTURA
Los israelitas entraron en medio del mar a pie
enjuto.
Lectura del libro del
Éxodo. Ex 14,15.15,1.
En
aquellos días dijo el Señor a Moisés: -¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los
israelitas que se pongan en marcha. Y tú alza tu cayado, extiende tu mano sobre
el mar y divídelo, para que los israelitas entren en medio del mar a pie
enjuto. Que yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los
persigan, y me cubriré de gloria a costa del faraón y de todo su ejército, de
sus carros y de los guerreros. Sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando
me haya cubierto de gloria a costa del faraón, de sus carros y de los
guerreros.
Se puso en marcha el
ángel del Señor, que iba al frente del ejército de Israel, y pasó a
retaguardia. También la columna de nube de delante se desplazó de allí y se
colocó detrás, poniéndose entre el campamento de los egipcios y el campamento
de los israelitas. La nube era tenebrosa y transcurrió toda la noche sin que
los ejércitos pudieran trabar contacto. Moisés extendió su mano sobre el mar, y
el Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del este que secó
el mar y se dividieron las aguas. Los israelitas entraron en medio del mar a pie
enjuto, mientras que las aguas formaban muralla a derecha e izquierda. Los
egipcios se lanzaron en su persecución, entrando tras ellos en medio del mar,
todos los caballos del faraón y los carros con sus guerreros.
Mientras velaban al
amanecer, miró el Señor al campamento egipcio desde la columna de fuego y nube
y sembró el pánico en el campamento egipcio. Trabó las ruedas de sus carros y
las hizo avanzar pesadamente.
Y dijo Egipto: -Huyamos
de Israel, porque el Señor lucha en su favor contra Egipto.
Dijo el Señor a Moisés:
-Extiende tu mano sobre el mar y vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus
carros y sus jinetes.
Y extendió Moisés su
mano sobre el mar: y al amanecer volvía el mar a su curso de siempre. Los
egipcios huyendo iban a su encuentro y el Señor derribó a los egipcios en medio
del mar. Y volvieron las aguas y cubrieron los carros, los jinetes y todo el
ejército del faraón, que lo había seguido por el mar. Ni uno solo se salvó.
Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar; las aguas les
hacían de muralla a derecha e izquierda. Aquel día salvó el Señor a Israel de
las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios muertos, en la orilla del mar.
Israel vio la mano grande del Señor obrando contra los egipcios, y el pueblo
temió al Señor y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo.
Entonces Moisés y los
hijos de Israel cantaron un cántico al Señor.
Palabra
de Dios.
Salmo
responsorial. Ex 15,1-2.3-4.5 6.17 18.
R./ Cantemos al Señor, sublime es su victoria.
Cantemos al Señor,
sublime es su victoria:
caballo y jinete ha
arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es
el Señor, él fue mi salvación.
El es mi Dios: yo lo
alabaré;
el Dios de mis padres:
yo lo ensalzaré.
R./
El Señor es un
guerrero,
su nombre es el Señor.
Los carros del faraón los
lanzó al mar,
ahogó en el mar Rojo a
sus mejores capitanes.
R./
Las olas los cubrieron,
bajaron hasta el fondo
como piedras.
Tu diestra, Señor, es
fuerte y terrible;
tu diestra, Señor,
tritura al enemigo.
R./
Los introduces y los
plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste
tu trono, Señor;
el santuario, Señor,
que fundaron tus manos.
El Señor reina por
siempre jamás.
R./
CUARTA
LECTURA
Con misericordia
eterna te quiere el Señor, tu redentor.
Lectura del profeta
Isaías. Is 54,5-14.
El
que te hizo te tomará por esposa: su nombre es el Señor de los ejércitos. Tu
redentor es el Santo de Israel, se llama Dios de toda la tierra. Como a mujer
abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor como a esposa de juventud,
repudiada -dice tu Dios-. Por un instante te abandoné, pero con gran cariño te
reuniré. En un arrebato de ira te escondí un instante mi rostro, pero con
misericordia eterna te quiero dice el Señor, tu redentor.
Me sucede como en
tiempo de Noé: juré que las aguas del diluvio no volverían a cubrir la tierra;
así juro no airarme contra ti ni amenazarte. Aunque se retiren los montes y
vacilen las colinas, no se retirará de ti mi misericordia ni mi alianza de paz
vacilará -dice el Señor, que te quiere.
¡Oh afligida,
zarandeada, desconsolada! Mira, yo mismo coloco tus piedras sobre azabaches,
tus cimientos sobre zafiros; te pondré almenas de rubí, y puertas de esmeralda,
y muralla de piedras preciosas. Tus hijos serán discípulos del Señor, tendrán
gran paz tus hijos. Tendrás firme asiento en la justicia. Estarás lejos de la
opresión, y no tendrás que temer; y lejos del terror, que no se acercará.
Palabra
de Dios.
Salmo
responsorial. Sal 29,2.4.5-6.11.12a y
13b.
R./ Te ensalzaré,
Señor, porque me has librado.
Te ensalzaré, Señor,
porque me has librado
y no has dejado que mis
enemigos se rían de mí.
Sacaste mi vida del
abismo,
y me hiciste revivir
cuando bajaba a la fosa.
R./
Tañed para el Señor,
fieles suyos;
dad gracias a su nombre
santo;
su cólera dura un
instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita
el llanto;
por la mañana, el
júbilo.
R./
Escucha, Señor, y ten
piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en
danzas.
Señor, Dios mío, te
daré gracias por siempre.
R./
QUINTA
LECTURA
Venid a mí, y
viviréis; sellaré con vosotros alianza perpetua.
Lectura del profeta
Isaías. Is 55,1-11.
Esto
dice el Señor: Oíd, sedientos todos, acudid por agua también los que no tenéis
dinero: venid, comprad trigo, comed sin pagar, vino y leche de balde. ¿Por qué
gastáis dinero en lo que no alimenta y el salario en lo que no da hartura?
Escuchadme atentos y cometéis bien, saborearéis platos sustanciosos. Inclinad
el oído, venid a mí: escuchadme y viviréis.
Sellaré con vosotros
alianza perpetua, la promesa que aseguré a David: a él lo hice mi testigo para
los pueblos, caudillo y soberano de naciones; tú llamarás a un pueblo
desconocido, un pueblo que no te conocía correrá hacia ti; por el Señor, tu
Dios, por el Santo de Israel que te honra. Buscad al Señor mientras se le
encuentra, invocadlo mientras está cerca; que el malvada abandone su camino, y
el criminal sus planes; que regrese al Señor, y él tendrá piedad; a nuestro
Dios, que es rico en perdón. Mis planes no son vuestros planes, vuestros
caminos no son mis caminos -oráculo del Señor.
Como el cielo es más
alto que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros; mis planes, que
vuestros planes. Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven
allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para
que dé semilla al sembrador y pan al que come; así será mi Palabra, que sale de
mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi
encargo.
Palabra
de Dios.
Salmo
responsorial. Is 12,2-3.4bcd.5 6.
R./ Sacaréis aguas con
gozo de las fuentes de la salvación.
El Señor es mi Dios y
salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi
poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la
salvación.
R./
Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos
sus hazañas,
proclamad que su nombre
es excelso.
R./
Tañed para el Señor,
que hizo proezas;
anunciad las a toda la
tierra;
gritad jubilosos,
habitantes de Sión:
«¡Qué grande es en
medio de ti
el Santo de Israel!»
SEXTA LECTURA
Camina a la
claridad del resplandor del Señor.
Lectura del profeta
Baruc. Bar 3,9-15.32-4,4.
Escucha,
Israel, mandatos de vida, presta oído para aprender prudencia. ¿A qué se debe,
Israel, que estés aún en país enemigo, que envejezcas en tierra extranjera, que
estés impuro con los muertos, que te cuenten con los del abismo? -Es que
abandonaste la sabiduría. Si hubieras seguido el camino de Dios, habitarías en
paz para siempre. Aprende dónde se encuentra la prudencia, el valor y la
inteligencia; así aprenderás dónde se encuentra la vida larga, la luz de los
ojos y la paz.
¿Quién encontró su
puesto o entró en sus almacenes? El que todo lo sabe la conoce, la examina y la
penetra. El que creó la tierra para siempre y la llenó de animales cuadrúpedos;
el que manda a la luz, y ello va; la llama, y le obedece temblando; a los
astros, que velan gozosos en sus puestos de guardia, los llama y responden:
«Presentes»; y brillan gozosos para su Creador.
El es nuestro Dios y no
hay otro frente a él: investigó el camino del saber y se lo dio a su hijo
Jacob, a su amado, Israel. Después apareció en el mundo y vivió entre los
hombres. Es el libro de los mandatos de Dios, la ley de validez eterna: los que
la guardan, vivirán; los que la abandonan, morirán. Vuélvete, Jacob, a
recibirla, camina a la claridad de su resplandor; no entregues a otros tu gloria ni tu dignidad
a un pueblo extranjero. ¡Dichosos nosotros, Israel, que conocemos lo que agrada
al Señor!
Palabra
de Dios.
Salmo
responsorial. Sal 18,8.9.10.11.
R./ Señor, tienes
palabras de vida eterna.
La ley del Señor es
perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor
es fiel
e instruye al
ignorante.
R./
Los mandatos del Señor
son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es
límpida
y da luz a los ojos.
R./
La voluntad del Señor
es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del
Señor son verdaderos
y eternamente justos.
R./
Más preciosos que el
oro,
más que el oro fino;
más dulce que la miel
de un panal que
destila.
R./
SÉPTIMA
LECTURA
Derramaré sobre
vosotros un agua pura, y os daré un corazón nuevo.
Lectura del profeta
Ezequiel. Ez 36,16-28.
Me
vino esta palabra del Señor: Cuando la casa de Israel habitaba en su tierra, la
profanó con su conducta con sus acciones, como sangre inmunda fue su proceder
ante mí. Entonces derramé mi cólera sobre ellos, por la sangre que habían
derramado en el país, por haberlo profanado con sus idolatrías. Los esparcí
entre las naciones, anduvieron dispersos por los países; según su proceder,
según sus acciones los sentencié. Cuando llegaron a las naciones donde se
fueron, profanaron mi santo nombre; decían de ellos: «Estos son el pueblo del
Señor, de su tierra han salido». Sentí lástima de mi santo nombre, profanado
por la casa de Israel en las naciones a las que se fue.
Por eso, di a la casa
de Israel: Esto dice el Señor: No lo hago por vosotros, casa de Israel, sino
por mi santo nombre, profanado por vosotros en las naciones a las que habéis
ido. Mostraré la santidad de mi nombre grande, profanado entre los gentiles,
que vosotros habéis profanado en medio de ellos; y conocerán los gentiles que
yo soy el Señor -oráculo del Señor- cuando les haga ver mi santidad al
castigaros.
Os recogeré de entre
las naciones, os reuniré de todos los países y os llevaré a vuestra tierra.
Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras
inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os daré un corazón nuevo, y os
infundiré un espíritu nuevo, arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y
os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis
según mis preceptos y que guardéis y cumpláis mis mandatos. Y habitaréis en la
tierra que di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro
Dios.
Palabra
de Dios.
Salmo
responsorial. Sal 41,3.5bcd;42,3.4.
R./ Como busca la
cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.
Mi alma tiene sed de
Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios ?
R./
Desahogo mi alma
conmigo:
¡cómo marchaba a la
cabeza del grupo
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo
y alabanza,
en el bullicio de la
fiesta!
R./
Envía tu luz y tu
verdad;
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu
monte santo,
hasta tu morada.
R./
Que yo me acerque al
altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al
son de la cítara,
Dios, Dios mío.
Salmo
responsorial (2) Sal 50,12-13.14-15.18-19
R./ ¡Oh Dios!, crea en
mí un corazón puro.
¡Oh Dios!, crea en mí
un corazón puro,
renuévame por dentro
con espíritu firme;
no me arrojes lejos de
tu rostro,
no me quites tu santo
espíritu.
R./
Devuélveme la alegría
de tu salvación,
afiánzame con espíritu
generoso.
Enseñaré a los malvados
tus caminos,
los pecadores volverán
a ti.
R./
Los sacrificios no te
satisfacen;
si te ofreciera un
holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un
espíritu quebrantado,
un corazón quebrantado
y humillado tú no lo desprecias.
R./
EPÍSTOLA
Cristo, una vez
resucitado de entre los muertos, ya no muere más.
Lectura de la carta del
apóstol San Pablo a los Romanos. Rom 6,3-11.
Hermanos:
Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo, fuimos incorporados a su
muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así
como Cristo fue despertado de entre los muertos por la gloria del Padre, así
también nosotros andemos en una vida nueva. Porque, si nuestra existencia está
unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección
como la suya. Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido crucificada con
Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores, y nosotros libres
de la esclavitud del pecado; porque el que muere ha quedado absuelto del
pecado.
Por tanto, si hemos
muerto con Cristo, creemos que también viviremos con el; pues sabemos que
Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya
no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez
para siempre; y su vivir es un vivir para Dios.
Lo mismo vosotros
consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Palabra
de Dios.
Salmo
responsorial. Sal 111,1-2.16ab-11.22-23.
R./ Aleluya, aleluya,
aleluya.
Dad gracias al Señor,
porque es bueno,
porque es eterna su
misericordia.
Diga la casa de Israel:
Eterna es su
misericordia.
R./
La diestra del Señor es
poderosa,
la diestra del Señor es
excelsa.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas
del Señor.
R./
La piedra que
desecharon los arquitectos,
es ahora la piedra
angular.
Es el Señor quien lo ha
hecho,
es un milagro patente.
EVANGELIO
Lectura del santo
Evangelio según San Lucas. Lc 24,1 12.
El
primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando
los aromas que~ habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y
entrando no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban
desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos
refulgentes. Ellas, despavoridas, miraban al suelo, y ellos dijeron: -¿Por qué
buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. HA RESUCITADO. Acordaos de
lo que os dijo estando todavía en Galilea: «El Hijo del hombre tiene que ser
entregado en manos de pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar».
Recordaron sus
palabras, volvieron del sepulcro y anunciaron todo esto a los Once y a los
demás. María Magdalena, Juana y María la de Santiago y sus compañeros contaban
esto a los apóstoles. Ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron.
(Pedro se levantó y fue
corriendo al sepulcro. Asomándose vio sólo las vendas por el suelo. Y se volvió
admirándose de lo sucedido.)
Palabra del Señor
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