viernes, 12 de abril de 2019

HOMILÍA: Domingo de Ramos. Ciclo C


Color: ROJO:

Domingo, 14 de abril de 2019


Procesión: Lc 19,28-40
1ra lect.: Is 50,4-7
2da lect.: Flp 2,6-11
Evangelio: Lc 22,14-23-56





ENTRADA MESIÁNICA DE JESÚS EN JERUSALÉN
El Domingo de Ramos en la pasión del Señor es la apertura de la semana santa, que es el tiempo litúrgico más fuerte, más rico en contenido y de mayor intensidad religiosa de todo el año cristiano, porque en ella celebramos el misterio central de nuestra fe: la muerte y resurrección de Cristo.  Domingo de ramos conmemoramos la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén y escuchamos la lectura de la pasión del Señor, y a partir del jueves santo se inaugura el triduo pascual y que estaremos haciendo un programa especial la próxima semana.
En cada uno de los 3 ciclos de este domingo se combinan dos evangelios: entrada de Jesús (procesión) y pasión de nuestro Señor (misa).  Al contraponer estos dos momentos en la vida de Cristo, triunfo y humillación, se establece una antítesis, más aparente que real; pues estos dos aspectos son, de hecho, complementarios.  El mesías de la entrada en Jerusalén es menos triunfalista y está más cerca del Cristo de la Pasión de lo que a primera vista parece.  Así se concluye de las lecturas bíblicas (Isaías y Pablo) que median entre los ramos y la pasión.  Cristo aparece como el siervo sufriente del Señor (1ra Lec), a pesar de su condición divina (2da lect).
La segunda lectura de este domingo es un himno cristológico que probablemente san Pablo tomó de la comunidad cristiana primitiva.  Es la mejor introducción teológica e interpretación kerigmática de la historia de la pasión del Señor.
El himno parte de una exhortación, inmediatamente precedente: Tengan ustedes los mismos sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús.
El domingo de ramos es el punto de partida para la semana grande de la fe cristiana.  Dada su importancia, no podemos trivializarla con mero turismo y vacaciones (usted verá los reporteros desde ríos, playas y cuarteles), tampoco debemos desperdiciarla desde el punto de vista religioso.  Participemos en las celebraciones de estos días, tratemos de avivar la fe que da sentido a nuestra vida, asimilando los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús.
La eucaristía es la actualización de la pasión gloriosa del Señor, en ella hay 2 momentos que deben captar nuestra atención:
1.- En el “Santo” aclamamos conscientemente a Cristo mesías con las palabras del salmo: Bendito el que viene en el nombre del Señor.
2.- Y después de la consagración confesamos nuestra fe comunitariamente: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

Exhortación final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 263)
Gloria a ti, Señor Jesús, el servidor paciente del  Padre,
porque con tu cruz gloriosa inauguras un amor sin fronteras.
Nadie te quita la vida, sino que tú la entregas voluntariamente
por nosotros y por nuestra salvación. ¡Misterio de amor!
No queremos lavarnos las manos ni ser menos espectadores
en el drama de tu pasión.  Reconocemos nuestra culpa y pecado.

Tus enemigos creyeron acallar tu voz para siempre,
pero la semilla de tu palabra germina en el corazón del que ama
y del que vive contigo el espíritu de las bienaventuranzas.
Concédenos seguirte incondicionalmente, mientras anunciamos
tu muerte y proclamamos tu resurrección.  ¡Ven, Señor Jesús!

Amén.

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