Color:
Verde
Domingo, 3 de marzo de 2019
Sagrada Escritura:
Primera: 1 Rey 19, 16. 19-21
segunda: Gal 5, 1. 13-18
Evangelio: Lc 9,51-62
Sagrada Escritura:
Primera: 1 Rey 19, 16. 19-21
segunda: Gal 5, 1. 13-18
Evangelio: Lc 9,51-62
PRIMERA
LECTURA
No alabes a nadie antes de que razone.
Lectura del libro del
Eclesiástico. Eclo 27,5-8.
Se
agita la criba y queda el desecho, así el desperdicio del hombre cuando es
examinado, el horno prueba la vasija del alfarero, el hombre se prueba en su
razonar; el fruto muestra el cultivo de un árbol, la palabra la mentalidad del
hombre; no alabes a nadie antes de que razone, porque ésa es la prueba del
hombre.
Palabra de Dios.
Salmo
responsorial. Sal 91,2-3.13-14.15 16.
R./ Es bueno dar
gracias al Señor.
Es bueno dar gracias al
Señor,
y tañer para tu nombre,
¡oh Altísimo!;
proclamar por la mañana
tu misericordia
y de noche tu
fidelidad.
R./
El justo crecerá como
palmera,
se alzará como cedro
del Líbano:
plantado en la casa del
Señor,
crecerá en los atrios
de nuestro Dios.
R./
En la vejez seguirá
dando fruto
y estará lozano y
frondoso;
para proclamar que el
Señor es justo,
que en mi Roca no
existe la maldad.
R./
SEGUNDA
LECTURA
Nos da la
victoria por nuestro Señor Jesucristo.
Lectura de la primera
carta del apóstol San Pablo a los Corintios. 1 Cor 15,54-58.
Hermanos:
Cuando esto corruptible se vista de incorrupción y esto mortal se vista de
inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita:
«La muerte ha sido
absorbida en la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está,
muerte, tu aguijón?»
El aguijón de la muerte
es el pecado, y la fuerza del pecado es la ley. ¡Demos gracias a Dios, que nos
da la victoria por nuestro Señor Jesucristo!
Así, pues, hermanos
míos queridos, manteneos firmes y constantes. Trabajad siempre por el Señor,
sin reservas, convencidos de que el Señor no dejará sin recompensa vuestra
fatiga.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lo que rebosa
del corazón, lo habla la boca.
Lectura del santo
Evangelio según San Lucas. Lc 6,39-45.
En
aquel tiempo ponía Jesús a sus discípulos esta comparación: -¿Acaso puede un
ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
Un discípulo no es más
que su maestro; si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué te fijas en la
mata que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el
tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: «Hermano, déjame que te saque la mota
del ojo», sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate
primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de
tu hermano.
No hay árbol sano que
dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su
fruto: porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de
los espinos.
El que es bueno, de la
bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad
saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca.
Palabra del Señor
VIII Domingo. Tiempo Ordinario. Ciclo C
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