La prudencia; este término proviene del latín:
Prudentia, que es una cualidad que
consiste en actuar o hablar con cuidado de forma justa y adecuada; con cautela,
moderación, previsión y reflexión, con sensatez y con precaución, para evitar
posibles daños, dificultades e inconveniente y respetar la vida, los
sentimientos y las libertades de los demás.
Hoy más que nunca estamos llamados a
actuar apegado a la prudencia. Máximo, en esta situación en que se está
reaperturando las actividades productivas de nuestro país de manera
escalonada, es oportuno apegarnos a una de las virtudes cardinales como son :
La Justicia, la Templanza y la Fortaleza, que consiste en discernir y
distinguir lo que está bien de lo que está
mal y actuar en consecuencia, enfrentando el mal con el bien.
En medio de nuestra realidad, no
permitamos que las lamentaciones, producto de nuestro dolor por una situación
en particular, nos siegue y nos límite de la alegría que nuestro señor nos
promete.
Recordemos el dicho popular muy conocido
por todos nosotros, los cristianos, sin
cruz no hay resurrección; no hay pascua.
Este proceso es una preparación para igual
que la mujer al momento del parto se llena de desesperación y angustia; cuando
da a luz a su hijo; ese dolor desaparece por la alegría que le embarga al
recibir el fruto de su entraña (su hijo).
Ahora todos estamos tristes, porque
tenemos que estar distanciados de nuestros amigos y hermanos de sangre y de
iglesia. Recordemos lo que nos dice el evangelio, esa tristeza se convertirá en
alegría.
Que
no tiemble su corazón "crean en Dios u crean también en mi" me
dice el señor.
No llegue a tu corazón la tristeza y se
prudente, con la confianza puesta en el señor Jesucristo resucitado.
El mismo Jesús, nos ayude a discernir y
proceder abrazando la prudencia en este tiempo de prueba.
Dios
te bendiga a ti y a tu familia.
Amen
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