(Fundador
de los Misioneros Redentoristas)
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Cuarta Estación: Jesús encuentra a su afligida Madre
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo
Considera el encuentro del Hijo con su Madre en este camino. Se
miraron mutuamente Jesús y María, y sus miradas fueron otras tantas flechas que
traspasaron sus amantes corazones.
Amantísimo Jesús mío: por la pena que experimentaste en este encuentro,
concédeme la gracia de ser verdadero devoto de tu Santísima Madre. Y Tú,
mi afligida Reina, que fuiste abrumada de dolor, alcánzame con tu intercesión
una continua y amorosa memoria de la pasión de tu Hijo. Te amo, ¡oh
Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de
haberte ofendido; no permitas que vuelvas a separarme de Ti otra vez; haz que
te ame siempre y dispón de mí como te agrade.
Amén
(Ahora rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria al Padre y al Hijo y
al Espíritu Santo).
Amado Jesús
mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor;
perdón y gracia imploro, transido de dolor.
Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo
Considera cómo los judíos, al ver que Jesús iba desfalleciendo cada vez
más, temieron que se les muriese en el camino y, como deseaban verle morir de
la muerte infame de la Cruz, obligaron a Simón el Cirineo a que le ayudase a
llevar aquel pesado madero.
Dulcísimo Jesús mío: no quiero rehusar la Cruz, como hizo el Cirineo, antes
bien la acepto y la abrazo; acepto en particular la muerte que tengas destinada
para mí con todas las penas que la han de acompañar, la uno a la tuya y la
ofrezco. Tú has querido morir por mi amor, yo quiero morir por el tuyo y
por darte gusto; ayúdame con tu gracia. Te amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más
que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no
permitas que vuelva a separarme de Ti otra vez; haz que te ame siempre y dispón
de mí com te agrade.
Amén
(Ahora rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria al Padre y al Hijo y
al Espíritu Santo).
Amado Jesús
mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor;
perdón y gracia imploro, transido de dolor.
Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo
Considera cómo la devota mujer, Verónica, al ver a Jesús tan fatigado y con
el rostro bañado en sudor y sangre, le ofreció un lienzo; limpiándose con él
nuestro Señor, quedó impreso en éste su santa imagen.
Amado Jesús mío: en otro tiempo tu rostro era hermosísimo; más este
doloroso viaje, las heridas y la sangre han cambiado en fealdad su
hermosura. ¡Ah, Señor mío!, también mi alma quedó hermosa a tus ojos cuando
recibí la gracia del bautismo, más yo la he desfigurado después con mis
pecados. Tú solo, ¡oh Redentor mío! Puedes restituirle su belleza pasada:
hazlo por los méritos de tu pasión. Te amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que
a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas
que vuelva a separarme de Ti otra vez; haz que te ame siempre y dispón de mí
como te agrade.
Amén
(Ahora rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria al Padre y al Hijo y
al Espíritu Santo).
Amado Jesús
mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor;
perdón y gracia imploro, transido de dolor.
Séptima Estación: Jesús cae por segunda vez
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo
Considera la segunda caída de Jesús debajo de la Cruz en la cual se renueva
el dolor de las heridas de su cabeza y de todo su cuerpo al afligido Señor.
Oh, pacientísimo Jesús mío: Tú tantas veces me has perdonado, y yo he
vuelto a caer y a ofenderte. Ayúdame, por los méritos de esa nueva caída,
a perseverar en tu gracia hasta la muerte. Haz que en todas las
tentaciones que me asalten, siempre y prontamente me encomiende a Ti. Te
amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón
de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti otra vez; haz que
te ame siempre y dispón de mí como te agrade.
Amén
(Ahora rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria al Padre y al Hijo y
al Espíritu Santo).
Amado Jesús
mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor;
perdón y gracia imploro, transido de dolor.
Octava Estación: Las mujeres de Jerusalén lloran por
Jesús
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo
Considera cómo algunas piadosas mujeres, viendo a Jesús en tan lastimoso
estado, que iba derramando sangre por el camino, lloraban de compasión; más
Jesús le dijo: “No lloren por mí, sino por ustedes mismas y por sus hijos”.
Afligido Jesús mío: lloro las ofensas que te he hecho, por los castigos que
me han merecido, pero, mucho más por el disgusto que te he dado a Ti, que tan
ardientemente me as amado. No es tanto el infierno, como tu amor, el que
me hace llorar mis pecados. Te amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí
mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que
vuelva a separarme de Ti otra vez; haz que te ame siempre y dispón de mí como te
agrade.
Amén
(Ahora rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria al Padre y al Hijo y
al Espíritu Santo).
Amado Jesús
mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor;
perdón y gracia imploro, transido de dolor.
Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo
Considera la tercera caída de Jesucristo. Extremada era su debilidad y
excesiva la crueldad de los verdugos que querían hacerle apresurar el paso,
cuando apenas le quedaba aliento para moverse.
Atormentado Jesús mío: por los méritos de la debilidad que quisiste padecer
en tu camino al calvario, dame la fortaleza necesaria para vencer los respetos
humanos y todos mis desordenados y perversos apetitos que me han hecho
despreciar tu amistad. Te amo, ¡oh Jesús mío!, más que a mí mismo, y me
arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a
separarme de Ti otra vez; haz que te ame siempre y dispón de mí como te agrade.
Amén
Amado Jesús
mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor;
perdón y gracia imploro, transido de dolor.
Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo
Considera cómo al ser despojado Jesús de sus vestiduras por los verdugos,
estando la túnica interior pegado a las carnes desolladas por los azotes, le
arrancaron también con ella la piel de su sagrado cuerpo. Compadece a tu
Señor y dile:
Inocente Jesús mío: por los méritos del dolor que entonces sufriste,
ayúdame a desnudarme de todos los afectos a las cosas terrenas, para que pueda
yo poner todo mi amor en Ti, que tan digno eres de ser amado. Te amo, ¡oh
Jesús mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte
ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti otra vez; haz que te ame
siempre y dispón de mí como te agrade.
Amén
(Ahora rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria al Padre y al Hijo y
al Espíritu Santo).
Amado Jesús
mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor;
perdón y gracia imploro, transido de dolor.
Décima Primera Estación: Jesús es clavado en la cruz
Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo
Considera cómo Jesús, tendido sobre la Cruz, alarga sus pies y manos y
ofrece al Eterno Padre el sacrificio de su vida por nuestra salvación; le
enclavan aquellos bárbaros verdugos y después levantan la Cruz en alto
dejándole morir sobre aquel patíbulo infame.
Oh, despreciado Jesús mío: clava mi corazón a tus pies para que quede
siempre ahí amándote y no te deje de amar más. Te amo, ¡oh Jesús mío!,
más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no
permitas que vuelva a separarme de Ti otra vez; haz que te ame siempre y dispón
de mí como te agrade.
Amén
(Ahora rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria al Padre y al Hijo y
al Espíritu Santo).
Amado Jesús
mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor;
perdón y gracia imploro, transido de dolor.
Décima Primera Estación: Jesús es clavado en la cruz
Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo
Considera cómo Jesús, tendido sobre la Cruz, alarga sus pies y manos y
ofrece al Eterno Padre el sacrificio de su vida por nuestra salvación; le
enclavan aquellos bárbaros verdugos y después levantan la Cruz en alto
dejándole morir sobre aquel patíbulo infame.
Oh, despreciado Jesús mío: clava mi corazón a tus pies para que quede
siempre ahí amándote y no te deje de amar más. Te amo, ¡oh Jesús mío!,
más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no
permitas que vuelva a separarme de Ti otra vez; haz que te ame siempre y dispón
de mí como te agrade.
Amén
(Ahora rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria al Padre y al Hijo y
al Espíritu Santo).
Amado Jesús
mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor;
perdón y gracia imploro, transido de dolor.
Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo
Considera cómo, habiendo expirado ya el Señor, le bajaron de la Cruz dos de
sus discípulos: José y Nicodemo, y le depositaron en los brazos de su afligida
Madre María quien le recibió con ternura y le estrechó contra su pecho
traspasado de dolor.
Oh, Madre afligida: por el amor de este Hijo, admíteme por su siervo y
ruégale por mí. Y Tú, Redentor mío, ya que has querido morir por mí,
recíbeme en el número de los que te aman más de veras, pues yo no quiero amar
nada fuera de Ti. Te amo, ¡oh Jesús mío!, más que a mí mismo, y me
arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a
separarme de Ti otra vez; haz que te ame siempre y dispón de mí como te agrade.
Amén
(Ahora rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria al Padre y al Hijo y
al Espíritu Santo).
Amado Jesús
mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor;
perdón y gracia imploro, transido de dolor.
Décima Cuarta Estación: Jesús colocado en el Sepulcro
Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo
Considera cómo los discípulos llevaron a enterrar a
Jesús, acompañándole también su Santísima Madre, que le depositó en el sepulcro
con sus propias manos. Después cerraron la puerta del sepulcro y se
retiraron.
Oh, Jesús mío sepultado: beso esta losa que te encierra. Tú
resucitaste después de tres días; por tu resurrección te pido y te suplico me
hagas resucitar glorioso en el día juicio final para estar eternamente contigo
en la Gloria, amándote y bendiciéndote. . Te amo, ¡oh Jesús mío!, más que
a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas
que vuelva a separarme de Ti otra vez; haz que te ame siempre y dispón de mí
como te agrade.
Amén
(Ahora rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria al Padre y al Hijo y
al Espíritu Santo).
Amado Jesús
mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor;
perdón y gracia imploro, transido de dolor.
Oración a Jesús crucificado
Heme aquí, ¡oh mi amado y dulcísimo Jesús!, que postrado en tu santísima presencia, te ruego con el más ardiente fervor que imprimas en mi corazón sentimientos de fe, esperanza y caridad, de dolor de mis pecados, y de propósito de nunca más ofenderte, entre tanto que yo, lleno de amor y compasión, voy considerando tus cinco llagas, comenzando con aquellas palabras que de Ti dijo, ¡oh Dios mío!, el santo profeta David: “Taladraron mis manos y pies y se pueden contar todos mis huesos”.
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