jueves, 26 de marzo de 2020

El Camino de la Cruz (El Vía Crucis) San Alfonso María de Ligorio


(Fundador de los Misioneros Redentoristas)
Introducción:

El Camino de la Cruz es una devoción a la Sagrada Pasión en la que acompañamos, en espíritu, a nuestro Santísimo Señor en su dolorosa jornada desde la mansión de Pilatos al Calvario, y nos hace recordar, con pena y amor, todo cuanto tuvo lugar desde el tiempo en que Él fue condenado a muerte hasta que fue sepultado.  Hay 14 Estaciones o lugares en el Camino de la Cruz en los que algo sucedió.  En cada Estación debemos orar con el Padre nuestro y el Ave María con amor y dolor por nuestros pecados, meditando sobre el sufrimiento de nuestro Señor que nos muestra la Estación.

Oración para comenzar:

Señor mío Jesucristo, Tú anduviste con tan grande amor este camino para morir por mí, y yo te he ofendido tanta veces apartándome de Ti por el pecado; más ahora te amo con todo mi corazón, y porque te amo me arrepiento sinceramente de todas las ofensas que te he hecho.  Perdóname, Señor, y permíteme que te acompáñeme en este viaje.  Vas morir por mi amor, pues yo también quiero vivir y morir por el tuyo, amado Redentor mío.  Si, Jesús mío, quiero vivir siempre y morir unido a Ti

La siguiente oración se hace después de cada Estación del Vía Crucis:
“Amado Jesús mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor, perdón y gracia imploro transido de dolor”

Primera Estación: Jesús sentenciado a muerte

Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo

Considera cómo Jesús, después de haber sido azotado y coronado de espinas, fue injustamente sentenciado por Pilato a morir crucificado.

Adorado Jesús mío: mis pecados fueron más bien que Pilato, los que te sentenciaron a muerte.  Por los méritos de este doloroso paso, te suplico me asistas en el camino que va recorriendo mi alma para la eternidad.  Te amo, ¡oh Jesús mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuela a separarme de Ti otra vez haz que te ame siempre y dispón de mí como te agrade.

Amén.
(Ahora rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo).
Amado Jesús mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor; perdón y gracia imploro, transido de dolor.

Segunda Estación: Jesús cargando con la cruz

Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo

Considera cómo Jesús, andando este camino con la cruz a cuestas, iba pensando en ti y ofreciendo a su Padre por tu salvación la muerte que iba a padecer.

Amabilísimo Jesús mío: abrazo todas las tribulaciones que me tienes destinadas hasta la muerte, y te ruego, por los méritos de la pena que sufriste llevando tu Cruz, me des fuerza para llevar la mía con perfecta paciencia y resignación.  Te amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti otra vez; haz que te ame siempre y dispón de mí como te agrade.

Amén
(Ahora rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria 

Tercera Estación: Jesús cae por primera vez
Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo

Considera esta primera caída de Jesús debajo de la Cruz.  Sus carnes estaban despedazadas por los azotes; su cabeza coronada de espinas, y había ya derramado mucha sangre, por lo que estaba tan débil, que apenas podía caminar; llevaba al mismo tiempo aquel enorme peso sobre sus hombros y los soldados le empujaban; de modo que muchas veces desfalleció y cayó este en camino.

Amado Jesús mío: más que el peso de la Cruz son mis pecados los que te hacen sufrir tantas penas.  Por los méritos de esta primera caída, líbrame de incurrir en pecado mortal.  Te amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti otra vez; haz que te ame siempre y dispón de mí como te agrade.

Amén
(Ahora rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo).
Amado Jesús mío,
Amado Jesús mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor; perdón y gracia imploro, transido de dolor.


Cuarta Estación: Jesús encuentra a su afligida Madre
Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo

Considera el encuentro del Hijo con su Madre en este camino.  Se miraron mutuamente Jesús y María, y sus miradas fueron otras tantas flechas que traspasaron sus amantes corazones.

Amantísimo Jesús mío: por la pena que experimentaste en este encuentro, concédeme la gracia de ser verdadero devoto de tu Santísima Madre.  Y Tú, mi afligida Reina, que fuiste abrumada de dolor, alcánzame con tu intercesión una continua y amorosa memoria de la pasión de tu Hijo.  Te amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelvas a separarme de Ti otra vez; haz que te ame siempre y dispón de mí como te agrade.
Amén
(Ahora rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo).
Amado Jesús mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor; perdón y gracia imploro, transido de dolor.

Quinta Estación: Simón ayuda a Jesús a llevar la cruz

Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo

Considera cómo los judíos, al ver que Jesús iba desfalleciendo cada vez más, temieron que se les muriese en el camino y, como deseaban verle morir de la muerte infame de la Cruz, obligaron a Simón el Cirineo a que le ayudase a llevar aquel pesado madero.

Dulcísimo Jesús mío: no quiero rehusar la Cruz, como hizo el Cirineo, antes bien la acepto y la abrazo; acepto en particular la muerte que tengas destinada para mí con todas las penas que la han de acompañar, la uno a la tuya y la ofrezco.  Tú has querido morir por mi amor, yo quiero morir por el tuyo y por darte gusto; ayúdame con tu gracia.  Te amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti otra vez; haz que te ame siempre y dispón de mí com te agrade.

Amén

(Ahora rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo).
Amado Jesús mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor; perdón y gracia imploro, transido de dolor.


Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo

Considera cómo la devota mujer, Verónica, al ver a Jesús tan fatigado y con el rostro bañado en sudor y sangre, le ofreció un lienzo; limpiándose con él nuestro Señor, quedó impreso en éste su santa imagen.

Amado Jesús mío: en otro tiempo tu rostro era hermosísimo; más este doloroso viaje, las heridas  y la sangre han cambiado en fealdad su hermosura. ¡Ah, Señor mío!, también mi alma quedó hermosa a tus ojos cuando recibí la gracia del bautismo, más yo la he desfigurado después con mis pecados.  Tú solo, ¡oh Redentor mío! Puedes restituirle su belleza pasada: hazlo por los méritos de tu pasión.  Te amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti otra vez; haz que te ame siempre y dispón de mí como te agrade.

Amén

(Ahora rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo).
Amado Jesús mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor; perdón y gracia imploro, transido de dolor.

Séptima Estación: Jesús cae por segunda vez
 Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo

Considera la segunda caída de Jesús debajo de la Cruz en la cual se renueva el dolor de las heridas de su cabeza y de todo su cuerpo al afligido Señor.

Oh, pacientísimo Jesús mío: Tú tantas veces me has perdonado, y yo he vuelto a caer y a ofenderte.  Ayúdame, por los méritos de esa nueva caída, a perseverar en tu gracia hasta la muerte.  Haz que en todas las tentaciones que me asalten, siempre y prontamente me encomiende a Ti.  Te amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti otra vez; haz que te ame siempre y dispón de mí como te agrade.

Amén

(Ahora rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo).
Amado Jesús mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor; perdón y gracia imploro, transido de dolor.

Octava Estación: Las mujeres de Jerusalén lloran por Jesús

Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo

Considera cómo algunas piadosas mujeres, viendo a Jesús en tan lastimoso estado, que iba derramando sangre por el camino, lloraban de compasión; más Jesús le dijo: “No lloren por mí, sino por ustedes mismas y por sus hijos”.

Afligido Jesús mío: lloro las ofensas que te he hecho, por los castigos que me han merecido, pero, mucho más por el disgusto que te he dado a Ti, que tan ardientemente me as amado.  No es tanto el infierno, como tu amor, el que me hace llorar mis pecados.  Te amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti otra vez; haz que te ame siempre y dispón de mí como te agrade.

Amén

(Ahora rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo).
Amado Jesús mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor; perdón y gracia imploro, transido de dolor.

Novena Estación: Jesús cae por tercera vez

Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo

Considera la tercera caída de Jesucristo.  Extremada era su debilidad y excesiva la crueldad de los verdugos que querían hacerle apresurar el paso, cuando apenas le quedaba aliento para moverse.

Atormentado Jesús mío: por los méritos de la debilidad que quisiste padecer en tu camino al calvario, dame la fortaleza necesaria para vencer los respetos humanos y todos mis desordenados y perversos apetitos que me han hecho despreciar tu amistad.  Te amo, ¡oh Jesús mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti otra vez; haz que te ame siempre y dispón de mí como te agrade.
Amén
(Ahora rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo).
Amado Jesús mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor; perdón y gracia imploro, transido de dolor.

Décima Estación: Jesús despojado de su vestimenta

Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo

Considera cómo al ser despojado Jesús de sus vestiduras por los verdugos, estando la túnica interior pegado a las carnes desolladas por los azotes, le arrancaron también con ella la piel de su sagrado cuerpo.  Compadece a tu Señor y dile:

Inocente Jesús mío: por los méritos del dolor que entonces sufriste, ayúdame a desnudarme de todos los afectos a las cosas terrenas, para que pueda yo poner todo mi amor en Ti, que tan digno eres de ser amado.  Te amo, ¡oh Jesús mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti otra vez; haz que te ame siempre y dispón de mí como te agrade.

Amén

(Ahora rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo).
Amado Jesús mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor; perdón y gracia imploro, transido de dolor.

Décima Primera Estación: Jesús es clavado en la cruz

Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo

Considera cómo Jesús, tendido sobre la Cruz, alarga sus pies y manos y ofrece al Eterno Padre el sacrificio de su vida por nuestra salvación; le enclavan aquellos bárbaros verdugos y después levantan la Cruz en alto dejándole morir sobre aquel patíbulo infame.

Oh, despreciado Jesús mío: clava mi corazón a tus pies para que quede siempre ahí amándote y no te deje de amar más.  Te amo, ¡oh Jesús mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti otra vez; haz que te ame siempre y dispón de mí como te agrade.

Amén

(Ahora rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo).
Amado Jesús mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor; perdón y gracia imploro, transido de dolor.
Décima Primera Estación: Jesús es clavado en la cruz

Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo

Considera cómo Jesús, tendido sobre la Cruz, alarga sus pies y manos y ofrece al Eterno Padre el sacrificio de su vida por nuestra salvación; le enclavan aquellos bárbaros verdugos y después levantan la Cruz en alto dejándole morir sobre aquel patíbulo infame.

Oh, despreciado Jesús mío: clava mi corazón a tus pies para que quede siempre ahí amándote y no te deje de amar más.  Te amo, ¡oh Jesús mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti otra vez; haz que te ame siempre y dispón de mí como te agrade.

Amén

(Ahora rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo).
Amado Jesús mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor; perdón y gracia imploro, transido de dolor.

Décima Tercera Estación: Jesús es bajado la cruz

Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo

Considera cómo, habiendo expirado ya el Señor, le bajaron de la Cruz dos de sus discípulos: José y Nicodemo, y le depositaron en los brazos de su afligida Madre María quien le recibió con ternura y le estrechó contra su pecho traspasado de dolor.

Oh, Madre afligida: por el amor de este Hijo, admíteme por su siervo y ruégale por mí.  Y Tú, Redentor mío, ya que has querido morir por mí, recíbeme en el número de los que te aman más de veras, pues yo no quiero amar nada fuera de Ti.  Te amo, ¡oh Jesús mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti otra vez; haz que te ame siempre y dispón de mí como te agrade.
Amén
(Ahora rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo).
Amado Jesús mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor; perdón y gracia imploro, transido de dolor.

Décima Cuarta Estación: Jesús colocado en el Sepulcro

Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo

Considera cómo los discípulos llevaron a enterrar a Jesús, acompañándole también su Santísima Madre, que le depositó en el sepulcro con sus propias manos.  Después cerraron la puerta del sepulcro y se retiraron.

Oh, Jesús mío sepultado: beso esta losa que te encierra.  Tú resucitaste después de tres días; por tu resurrección te pido y te suplico me hagas resucitar glorioso en el día juicio final para estar eternamente contigo en la Gloria, amándote y bendiciéndote. .  Te amo, ¡oh Jesús mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti otra vez; haz que te ame siempre y dispón de mí como te agrade.
Amén
(Ahora rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo).
Amado Jesús mío, por mí vas a la muerte, quiero seguir tu suerte, muriendo por tu amor; perdón y gracia imploro, transido de dolor.

Oración a Jesús crucificado

Heme aquí, ¡oh mi amado y dulcísimo Jesús!, que postrado en tu santísima presencia, te ruego con el más ardiente fervor que imprimas en mi corazón sentimientos de fe, esperanza  y caridad, de dolor de mis pecados, y de propósito de nunca más ofenderte, entre tanto que yo, lleno de amor y compasión, voy considerando tus cinco llagas, comenzando con aquellas palabras que de Ti dijo, ¡oh Dios mío!, el santo profeta David: “Taladraron mis manos  y pies y se pueden contar todos mis huesos”.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario