Domingo, 19 de enero de 2020
CITAS BÍBLICAS
I Lec. Isaías 49, 3.5-6
Salmo Responsorial 39
II Lec. I Cor 1, 1-3
III Lec. Juan 1,
29-34
ESTE ES EL CORDERO DE
DIOS
En una cacería,
una manada de tigres fue abatida por los cazadores. Sólo se salvó un baby
tigre.
Al día siguiente
pasó por allí un rebaño de cabras y lo adoptaron. El baby tigre se convirtió en
una cabra, comía hierba y vivía como las cabras.
Nuestro baby
tigre intuía que era algo diferente y cuando contemplaba su imagen en el agua
se veía distinto de las cabras.
Un día un tigre
grande, maduro y macho se acercó donde las cabras pastaban y todas huyeron
despavoridas. El baby tigre se quedó quieto, mirando y esperando.
De repente el
tigre rugió con toda su fuerza. Los ojos del pequeño se abrieron y supo quién
era. No era una cabra. Era un tigre. Corrió hacia el gran tigre, le siguió y
pasó el resto de sus días en su compañía.
Algo en su
interior le decía que no era una cabra.
Algo en su
interior le decía que no era una más del rebaño.
Algo en su
interior quería brotar y revelarse a su conciencia.
Cuando oyó el
rugido hermano, se despertó en él la imagen perdida y supo quién era, descubrió
su identidad.
Nosotros estamos
aquí para escuchar también el rugido del Espíritu Santo y descubrir
nuestra verdadera identidad.
En la palabra de
Dios que hoy se ha proclamado para toda la comunidad, tres personas escucharon
un día el rugido del Espíritu y se sintieron llamadas a ser testigos de Dios,
presencia de Dios, señales de Dios para los hermanos de la familia humana.
Isaías escuchó
la voz del Señor que le dijo: "Tú eres mi siervo. Yo te elegí en el seno
materno. Yo te haré luz de las naciones para que mi salvación llegue hasta los
confines de la tierra".
Pablo, llamado
por Dios para ser un apóstol de Jesucristo.
Jesús,
"este es el elegido de Dios", dijo Juan.
La historia de
la salvación es la historia de las llamadas y de las elecciones de Dios, es la
historia de las personas que se saben distintas porque Dios nos hace distintos,
porque Dios nos llama a vivir de una manera distinta, porque Dios nos da una
vocación distinta.
Esta es nuestra
vocación. Llamados por Dos para ser uno con él y vivir en su amor, llamados por
Dios para ser todos juntos un pueblo santo, alimentados con la vida de Jesús,
el elegido por excelencia.
Una vocación, no
vivida en solitario, sino en comunidad, en solidaridad con los hermanos.
Yo no voy a Dios
solo sino con los hermanos.
Yo tengo que ser
para mis hermanos ese rugido que les revela su identidad, esa sensación de ser
diferentes aún no percibida.
Este es el
privilegio de ser llamado por Dios y esta es también la carga de la vocación,
carga que sólo se puede llevar haciendo de Dios mi primer amor.
Cuántos hijos de
Dios, cuántos hermanos nuestros viven en la manada, esperando oír el rugido que
les despierte a su verdadero ser y vocación.
Tú eres mi
siervo, sé luz.
Tú eres mi
apóstol, lleva mi gracia y paz.
Sé como Juan que
ruge: "Mira, ahí va el Cordero de Dios que quita el pecado del
mundo".
Yo sé que miras
y no ves. Y es que al ojo físico se le escapan muchas cosas. Miras y miras y
ves a Jesús, un judío, un hombre, no ves el Cordero de Dios, el siervo de Dios,
el pastor de Dios… el elegido de Dios.
El ojo del
cristiano es el Espíritu Santo.
Juan no
reconoció a Jesús hasta ver y sentir la presencia del Espíritu.
"Ahora he
visto y doy testimonio".
Para ser
expertos en las cosas de Dios, en Dios, necesitamos el ojo del Espíritu.
Para ver a Dios,
al mundo y a los hermanos con los ojos de Jesús, necesitamos el ojo del
Espíritu.
Para ver la
sangre del Cordero de Dios como el fuego purificador de nuestros pecados
necesitamos el ojo del Espíritu.
Para centrar
nuestra vocación en Dios necesitamos el ojo del Espíritu.
Para rugir en la
manada y despertar la vocación cristiana de los hermanos, necesitamos el ojo
del Espíritu.
Santa Teresa, un
día que cruzaba a caballo un río cayó de la silla y empezó a gritar: Jesús
sálvame que estoy sufriendo y a punto de ahogarme.
No te preocupes.
Ya lo veo. Pero tienes que saber que mis elegidos tienen que sufrir un poco, le
dijo el Señor.
II Domingo. Tiempo Ordinario. Ciclo A
Hechos que
son Noticias
No hay comentarios.:
Publicar un comentario