Domingo, 8 de diciembre de 2019
CITAS BÍBLICAS
- 1ra lect.: Isaías 11, 1-10
- Sal 71
- 2da lect.: Romanos
15, 4-9
- Evangelio: Mateo
3, 1-12
"Una asignatura pendiente"
Érase una mujer que fue expulsada del cielo. Al salir le dijeron que sería
admitida de nuevo si traía el regalo más querido por Dios.
Trajo gotas de
sangre de un patriota que murió en la batalla.
Trajo el dinero
que una pobre viuda había dado a los pobres.
Trajo una Biblia
de un famoso predicador.
Trajo el polvo
de los zapatos de un famoso misionero.
Trajo muchas
reliquias de los santos.
Ninguno de esos
regalos era el que más le agradaba a Dios.
Un día vio a un
niño que jugaba en una fuente. Un hombre a caballo se apeó para apagar su sed y
al ver al niño recordó la inocencia y la alegría de su infancia.
Miró al agua y
vio el reflejo de su cara arrugada y endurecida y toda su vida sucia y malvada
pasó por su mente. Lágrimas de arrepentimiento llenaron sus ojos y regaron sus
mejillas.
La mujer cogió
una de esas lágrimas y la llevó al cielo y fue recibida con gran alegría por
los ángeles y por Dios.
Usted lo que
necesita es un transplante de corazón.
El viejo,
cansado y enfermo corazón hay que quitarlo. No funciona adecuadamente y
corre un alto riesgo.
Hay que buscar
un donante para hacer el difícil transplante.
¿Está usted en
la lista de espera?
Hay personas que
nunca van al médico porque piensan que están sanos. ¿Para lo que me va a decir?
Me va a recetar las pastillas de siempre. Me va a dar los mismos consejos.
Mejor me quedo en casa.
En este segundo
domingo de Adviento, Juan el Bautista que se estrena como predicador y por ser
novato es muy atrevido se encara con la gente y les grita sin contemplaciones:
"Reformen sus vidas".
Juan es el
cirujano que nos dice: Ustedes lo que necesitan es un transplante de corazón.
¿Yo, que estoy
como un cañón?
¿Yo, que vengo
todos los domingos a misa?
¿Yo, que pongo
la X en la casilla de la Iglesia?
¿Yo, católico de
toda la vida y casado por la Iglesia?
¿Yo, diácono o
párroco de Soria?
Y Juan el
Bautista me dice hoy, sí, precisamente usted.
Este sermón de
Juan no va dirigido a los malos, a los que no tienen religión…sino a los
buenos. Juan se pone más bravo cuando ve a los buenos que se acercan y les
grita: "Raza de víboras". De nada sirve la circuncisión de la carne,
de nada sirven sus tradiciones. Lo que vale es la justicia, el amor y las obras
del amor.
Los malos son
malos y punto.
Pero los buenos
como los fariseos y saduceos, siempre encuentran explicaciones a su manera de
vivir. Ellos dicen: "Nosotros tenemos a Abrahán por padre". Y con eso
tapaban todos sus crímenes y acallaban su conciencia. Y se quedaban tan
tranquilos.
¿Usted y yo que
decimos?
Es superior a
mis fuerzas. No puedo. Todos hacen lo mismo…
¿Porque deje un
domingo de ir a misa? ¿Porque tenga una aventura que otra?
¿Porque me gane
unos euros en algún negocio sucio?
"Reformen
sus vidas".
No intenten
justificar sus pecados.
Arrepiéntanse de
sus pecados.
Ustedes también
necesitan un transplante de corazón.
Hermanos, ¿si
todos necesitamos ese transplante, dónde encontraremos tantos donantes?
La respuesta de
Juan Bautista a este pueblo que espera, en cuidados intensivos, es: el que
viene, el Mesías, el Señor, Jesucristo. Él nos dará un corazón nuevo, nos
bautizará con Espíritu y fuego.
El es el
cirujano, que no con hacha, sino con el amor del Espíritu nos va a operar. El
va a quemar la paja de nuestro orgullo, de nuestro egoísmo, de nuestros
odios…para purificarnos y darnos un corazón nuevo.
No se trata del
bautismo de la cólera sino del bautismo de Pentecostés, del Espíritu Santo.
Nosotros que ya
hemos perdido el sentido del pecado, que ya no distinguimos entre lo bueno y lo
malo, el Espíritu de Jesús nos convencerá y nos hará ver nuestros pecados.
Y nos
ayudará a confesarlos.
Todos somos
convocados, hoy, a hacer una doble confesión.
Confesar
nuestros pecados y confesar el amor de Dios.
Juan es la voz
del Adviento en el desierto.
Hay una voz
dentro de ti, dentro de mí, déjala resonar en este tiempo. No la apagues con
tus razonamientos, con tus pecados.
Hay una voz
dentro de cada uno de nosotros que quiere recuperar la inocencia perdida,
déjala resonar en este tiempo.
No la apagues
diciendo ya es demasiado tarde, mi corazón está medio muerto.
Hay un cirujano
que lo puede revivir.
Érase un padre
cuyo hijo estaba en la cárcel y durante seis años una vez a la semana iba a
visitarlo. El hijo se negaba a recibirlo, pero un día, siempre hay un día, el
hijo le abrió todas las puertas incluida la de su corazón. Este fue el mejor
regalo de toda su vida.
Dios también
espera ese milagro de muchos de sus hijos.
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