Domingo, 18 de agosto de 2019
CITAS BÍBLICAS
- 1ra lect.: Jr
38,4-6.8-10
- Sal
39
- 2da lect.: Hb 12,1-4
- Evangelio: Lc 12,49-53
SER CRISTIANO TIENE SU PRECIO
Podríamos pensar que el evangelio se
contradice pues en unas partes invita a hacer la paz y en esta dice Jesús no ha
venido a traer paz sino guerra.
En muchos momentos los evangelistas nos
presentan a Jesús como un hombre pacífico y gestor de paz. En el nacimiento,
Lucas presenta a Jesús como una gran noticia para toda la humanidad, en
especial para los pobres (representados en la figura de los pastores). Noticia
que traerá la paz a los hombres de buena voluntad (Lc 2,12). En su ministerio
Jesús envió a los primeros discípulos a anunciar el Reino y les pidió que
saludaran con la paz (Mt 10,12-13/ Lc 10,5-6). Además los invitó a ser sal y a
vivir en paz unos con otros (Mc 9,50). Muchas veces después de un encuentro
sanador con alguna persona, la despedía con estas palabras: “Tu fe te ha
salvado, vete en paz” (Lc 8,48 / Mc 5,34). En la resurrección saludó a sus
discípulos con la paz: “La paz sea con ustedes” (Jn 20,10.21.26 / Lc
24,36)
Pero en el evangelio que hoy leemos
pareciera que la cosa fuera totalmente distinta. ¿Piensan que viene a
traer tranquilidad al mundo? Les aseguro que no: yo vine a traer divisiones. De
ahora en adelante, si hay cinco en una familia, se pondrán tres de una parte y
dos de la otra. Estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el
padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la
nuera y la nuera contra la suegra.” (Lc 12,51-53)
El Cuarto Evangelista nos puede ayudar a
entender mejor esta situación. “Mi paz les dejo, mi paz les doy, pero no
como la da el mundo” (Jn 14,27). Aquí está muy claro. La paz de Jesús no
es la paz de los cementerios. No es la paz de quien dice: “déjenme en paz”,
“déjenme tranquilo”, “no me metan en problemas”, “yo no fui”… La paz de Jesús
no es como la paz del mundo. Específicamente la paz de Jesús no tiene nada que
ver con la política de “Pax Romana”. La política de la Pax romana consistía
básicamente en la pacificación del imperio con la fuerza de las legiones
(batallones muy entrenados y armados). Buscaba que todo el imperio con sus colonias
aceptara la voluntad del emperador y trabajara para los hombres libres. En
síntesis, un montón de esclavos debían trabajar para unos cuantos ciudadanos
libres sin alguna manifestación insurrecta, pues esta era inmediatamente
pacificada por las tropas imperiales.
La paz de Jesús viene como consecuencia de
todo un proceso de liberación a nivel personal y comunitario (Lc 4,18-28). La
paz de Jesús viene como una consecuencia del Reinado de Dios (Mc 1,14-15), que
es totalmente opuesto al reinado del César (Mt 22,15-22) y al de todas las
fuerzas desintegradoras del ser humano (Mt 10,1-16 / Mc 6,6-13 / Lc 9-10). Por
eso la paz de Jesús muchas veces implica entrar en conflicto con los
generadores de violencia e injusticia. Entrar en conflicto no significa actuar
con violencia. Jesús rechazó de plano la violencia e invitó a construir el
Reino con medios pacíficos.
No se trata de que Jesús haya impulsado la
guerra para que después, sobre las cenizas, se construyera la paz, como suelen
entenderlo algunos defensores de la violencia. “Si quieres la paz,
prepárate para la guerra”, afirman quienes justifican la combinación de
todas las formas de lucha, incluida la violencia, para alcanzar los cambios
sociales, o para mantener un statu quo. Se entra en conflicto no porque se
busque este como tal, sino porque se construye la justicia en una sociedad
estructuralmente injusta. Se entra en conflicto porque las fuerzas que
mantienen oprimidas a las personas, tanto ayer como hoy, son muy fuertes y
quien quiera impulsar la liberación de los oprimidos (Lc 4,18) encontrará
obstáculos. Jesús entra en conflicto no porque haya sido un hombre conflictivo,
sino porque su coherencia ética y su libertad profética chocaron con un sistema
que se sostenía fundamentalmente con el poder y el dinero, elementos
cuestionados radicalmente por Jesús.
Jesús entró en conflicto porque buscó que
la humanidad, empezando por su grupo de amigos, se organizara no con la fuerza
del poder y el dinero, sino con la fuerza del amor y el objetivo del servicio
(Jn 13 / Mc 10,41-45). Porque buscó una humanidad organizada de otra forma, de
tal manera que el poder y el dinero no fueran patrimonio de unos pocos, sino
que sirvieran para hacer realidad una sociedad más humanizada y solidaria.
Jesús entró en conflicto porque su proyecto chocaba con una sociedad sustentada
con el derecho romano, que exaltaba a los poderosos y legitimaba la apropiación
de la tierra y de las vidas humanas (la esclavitud). Jesús entró en conflicto
porque chocó directamente con Roma y sus aliados, los Sumos Sacerdotes, los
ancianos, los escribas y saduceos, y el resto de personajes conformes con esa
sociedad romanizada. Por eso lo mataron colgándolo de un madero, muerte que
propinaron los romanos desde el año 63 a.C. hasta el año 66 d.C., a los rebeldes
políticos, según lo afirma Flavio Josefo, historiador judío del siglo I d.C.
Las primeras comunidades cristianas que
fueron fieles a la enseñanza de Jesús, entraron en el mismo conflicto de su
maestro. Además, entraron en conflicto hasta con su misma familia porque con la
reforma farisea, dada después de la guerra judía (66-70 d.C), todo aquel que
fuera cristiano, era expulsado de la sinagoga, de la comunidad y hasta de su
propio hogar. Por eso seguir a Jesús, implicaba entrar en conflicto con todo un
sistema social y hasta con los miembros de su misma casa. Jesús, para los
judíos ortodoxos, seguía siendo considerado un falso profeta que mereció la
ignominiosa muerte de la cruz, y todo aquel que lo siguiera debía ser
rechazado.
La paz de Jesús no es sólo ausencia de
conflicto. Es más, aún en medio del conflicto por su causa, se puede vivir en
paz: “Les he hablado de estas cosas para que tengan paz en mí. Ustedes
encontrarán la persecución en el mundo. Pero ánimo, yo he vencido al
mundo” (Jn 16,33).
¿La paz que nosotros buscamos es la paz de
Jesús? Aparte de rezar por la paz de nuestros pueblos y del mundo entero,
¿somos personas comprometidas con la construcción de la justicia y la paz, con
medios no violentos? ¿Pienso que como creyentes debemos estar alejados de todo
conflicto y buscar nuestra paz en “cristo”, sin importar que el mundo se venga
abajo? ¿Qué papel juegan Jesucristo y su causa en mi vida, y qué papel juego yo
en este mundo? ¿Puedo decir sin sonrojarme y sin engañarme, que soy un discípulo
de Jesús en el hoy de mi historia? ¿Creo en el Jesús comprometido que arriesga
su vida y su seguridad personal para defender la vida y la dignidad humana?, o
¿prefiero el “Jesucristo Light”, en el hombre superestrella, que nos presenta
la religión “autoayuda” de mercado y los predicadores mediáticos?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario