martes, 30 de abril de 2019

HOMILÍA: III Domingo de Pascua. Ciclo C


TIEMPO DE PASCUA
Color: Blanco:

Domingo, 5 de mayo de 2019

-         1ra lect.: Hch 5,27-32.40-41
-         Sal 29
-         2da lect.: Ap 5,11-14
-         Evangelio: Jn 21,1-19

EXAMEN DE AMOR

El texto del evangelio de este III Domingo de Pascua nos refiere una nueva apariencia de Jesús resucitado,  como es habitual en los primeros domingos de pascua.  En el relato advertimos 2 escenas independientes en cuya acción es protagonista el apóstol Pedro, por supuesto en segundo lugar, después de Cristo Resucitado:
1.- Aparición de Jesús a sus discípulos,
2.- Conversación de Jesús con Pedro.  A su vez, la aparición contiene 2 secciones: la pesca y la comida.  También la conversación con Pedro tiene 2 momentos: 1) Rehabilitación del apóstol mediante la entrega de una misión pastoral preeminente; y 2) preanuncio del destino martirial de Pedro.
Después de su resurrección, Cristo se aparece a sus discípulos a orillas del mar de Galilea mientras éstos se ocupaban en labores de pesca. En esta aparición distinguimos 2 momentos: pesca y comida, se verifican todas las constantes de las apariciones pascuales del Resucitado. Excepto una.  Efectivamente,  la iniciativa es de Jesús, que no es reconocido en un primer momento, sino por una palabra o gesto suyo y mediante un proceso gradual de fe que aquí es iniciado, por aquel discípulo "amado" (Juan), que se lo comunica a Pedro: ¡Es el Señor! Certeza que participan también los otros 5 discípulos que estaban allí presentes.

Aunque falta el envío misionero, está suplido con creces por el simbolismo misionero de la barca, la pesca, la red y los peces...detalles todos que apuntan la misión universal de la Iglesia, iniciada por aquellos a quienes Jesús constituyó "pescadores de hombres" y que ahora trabajan juntos para ver cómo desborda de peces su red.
Amigo televidente, ahora quiero presentarte una clave de lectura:
La Iglesia misionera, que tiene presente el aviso de Jesús en el ejemplo de la vid y los sarmientos: sin mí no pueden hacer nada. Porque todavía estaba ausente Jesús y su mandato misionero" "echen la red", por eso quedaron vacías las redes de los apóstoles en el primer intento.

Así mismo la frugal comida que siguió  a la pesca ha de entenderse en clave Eucarística.  Es el segundo nivel de lectura del pasaje que nos ocupa.
(La raíz etimológica de frugal se halla en frugális, un vocablo de la lengua latina.  Se califica como frugal a aquel que suele beber y comer con moderación, de manera escueta).
Cuando los discípulos han descargado la red, Jesús los invita a comer del pan y del pescado Él les ha preparado sobre las ascuas, es decir, un fuego incandescente, como de los peces que han atrapado.  Cito abro comillas: “Jesús se acerca, toma el pan y se lo da; y lo mismo el pescado” Cierro las comillas.  Repite el ritual de la multiplicación de los panes y los peces que, a su vez, es el mismo que el de la última Cena y el de Emaús.  Como un eco del evangelio de este domingo, desde el principio el pez fue signo y contraseña de Cristo en la iconografía y arte cristianos.
“Señor tu sabes que te quiero” ha examinado a Pedro sobre el amor, pues su tarea como guía de las ovejas del buen Pastor habrá de ejercer sobre la base de amor al rebaño.
Un amor que se prueba en la obediencia.  Pronto Pedro tuvo ocasión de testimoniar su amor y su fe en Cristo, el Señor resucitado, como vemos en la primera lectura.  Llegado el momento de la prueba, ante el consejo de los judíos y desafiando su orden, Pedro proclama en nombre de sus compañeros la muerte y resurrección de Jesús.  Testigos de eso somos nosotros y Espíritu Santo -declaran los apóstoles- y no podemos callar porque hay que obedecer a Dios primero que a los hombres.




Señor Jesús, como a Pedro, hoy tú nos preguntas también:
¿Me amas? Sí, Señor: pero concédenos amarte todavía mucho más
con un corazón caldeado por el fuego inextinguible de tu amor.

Tú nos abriste el camino que lleva hasta el Padre
y, gracias a ti, la vida es mucho más fuerte que la muerte.
Estamos seguros por la fe de que vives en nosotros
y estás presente en cada hombre y mujer, nuestros hermanos.

Haz que nos entreguemos a la apasionante tarea de amarte,
queriendo sin medida a los demás con el amor con que tú los amas.
Danos la fuerza de tu Espíritu para ser tus testigos siempre,
y obedecer la voluntad de Dios si temor a nada ni a nadie.

Amén







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