Por P. Wilkin Castillo
Color: ROJO
Domingo, 31 de mayo de 2020
CITAS BÍBLICAS
-
Primera lectura: Hch: 2,1-11: De
repente, un estruendo… hizo estremecer todo
-
Salmo Responsorial: 103: Yo me alegraré con el Señor.
- Segunda lectura: 1
Cor 12,3-7.12-13: Somos muchos, pero
formamos un solo cuerpo.
- Evangelio: Jn
20,19-23: Como el Padre me envió, los
envío yo a ustedes.
Hoy tenemos la gran alegría de celebrar el domingo de Pentecostés y en la
primera lectura del libro de los Hechos de los A apóstoles se nos dice: “Al
llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar.” Tenían
motivos para estar reunidos, era pentecostés una gran fiesta judía y estaban
reunidos y unidos por tener miedo después de la persecución, crucifixión y
muerte de Jesús.
“Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían,
posándose encima de cada uno.” Este episodio me recuerda las mismas palabras de
Juan el Bautista, el más grande nacido de mujer, cuando afirmaba que bautizaba
con agua, pero el que venía detrás podía más que él y bautizaría con fuego y
Espíritu Santo.
“Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque
cada uno los oía hablar en su propio idioma.” Más que quedar desconcertados
este hecho debía ser un motivo de admiración y alegría, ya que el mismo Dios
quiso comunicar su buena nueva con claridad y que cada uno fuera participe de
su mensaje en su propio idioma.
“¿No son galileos todos esos que están hablando?”, expresaban los
presentes, “¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?”
Esto nos dice que Dios no tiene límite ni frontera para comunicar su gracia y
su mensaje a su pueblo. “Cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en
nuestra propia lengua.” Cuando Dios habla es para fortalecer, liberar,
santificar, el Dios cristiano no es destructor y mucho menos mensajero de
desastre y calamidad.
El salmo es iluminador y en el estribillo del mismo se nos regala una
hermosa suplica: “envía tu espíritu, señor, y repuebla la faz de la tierra.”
repoblar es renovar y hoy nuestra actitud ha de ir en esa línea. Como
cristianos necesitamos renovación y tener una apertura consciente y sincera con
relación al Espíritu Santo, saber que no hemos llegado todavía a nuestra meta,
que no somos un sujeto acabado y cada día nos vamos haciendo, todo esto es un
desafío y a la vez se convierte en una oportunidad.
Nadie puede decir: “Jesús es Señor, si no es bajo la acción del Espíritu
Santo.” Esta frase de la Primera Carta de Pablo a los Corintios, me recuerda
cuando Jesús en el evangelio de Mateo le pregunta a sus discípulos sobre su
persona y Simón Pedro le dice: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.” Jesús
por su parte le contesta: “Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo ha
revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre del cielo.” Quien tiene el
Espíritu Santo tiene a Dios y quien tiene a Dios habla de las cosas divinas y
obra según Dios.
“En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.” El espíritu
Santo se revela para beneficio común y si se manifiesta en una persona
particular es para que sus acciones tengan un provecho comunitario.
La presencia del Espíritu Santo en Jesús en aquel anochecer que nos narra
el evangelio, fue sinónimo de seguridad y firmeza para los discípulos al inicio
de esa labor misionera y evangelizadora y génesis de la Iglesia universal que
se posó en los hombros de los apóstoles y teniendo como base y cimiento firme a
Jesús y al Espíritu Santo y como garantía de éxito, progreso y desarrollo en el
transcurso de la historia misma. Por eso ellos se llenaron de alegría al ver al
Señor. Que nunca nos falte el gozo, el entusiasmo, la valentía y la fuerza que
Jesús nos ha regalado en su Espíritu Santo.
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