Domingo, 1 de marzo de 2020
CITAS BÍBLICAS
I Lec. Génesis 2,7-9; 3,1-7
Salmo Responsorial 50
II
Lec. (Romanos 5,12-19)
III Lec. Mateo 4, 1-11
Las tentaciones de Jesús ¿y las mías?
La gran muralla
china es una de las maravillas que el hombre ha creado. Y dicen que es la
única cosa de la tierra que se puede ver desde la luna.
Cuando
terminaron su construcción, la gente satisfecha se regocijó. Y se dijeron,
ahora sí que estamos a salvo. Nadie podrá atacarnos, nadie podrá penetrar esta
magnífica e inexpugnable muralla.
Pero sus
enemigos un día entraron con toda facilidad.
¿Cómo?
Sobornando, comprando a los guardianes. El security abrió la puerta y entraron
sin ninguna oposición.
Esta es nuestra
historia desde el primer día de la creación. Adán y Eva somos nosotros rodeados
por la gran muralla del amor de Dios, vivificados por el soplo de vida divina
de Dios, colocados en este mundo para ser los amigos de Dios y ser los testigos
de su gloria.
Esta es la
historia de Adán y Eva, es decir, de todo hombre y de toda mujer desde el
primer día de nuestra vida.
Tú eres el
security que guarda la entrada del jardín.
Tú eres el
conserje que guarda la entrada del edificio.
Tú eres el
administrador de la vida divina que Dios te ha dado.
Tú eres el
templo en el que Dios quiere habitar y conversar contigo.
Puedes hacer una
copia de tu llave y dársela a tu párroco para que entre o se la puedes dar
a un tigre cualquiera. Se la puedes dar a Dios o al diablo.
En el relato del
Génesis vemos cómo la primera mujer abrió la puerta de la muralla y de su vida
al diablo. Sus halagos, sus promesas y sus encantos la sedujeron y esta gran
usurpadora le prometió lo imposible: ser como Dios.
La primera
seducción y la primera tentación. Ser más grande. Tener más. Gozar más.
Traicionar mi condición de criatura. Ser como Dios.
Todos, alguna
vez, hemos dado la llave de nuestra muralla al enemigo disfrazado con ojos
brillantes, con palabras lindas, con promesas magníficas.
A todos se
nos abrieron los ojos, nos vimos desnudos y comprendimos que la felicidad no
era eso, que nuestra paz no era eso, que nuestro destino no era eso, que Dios
nos hizo para él y no para el tentador.
La palabra de
Dios no es un cuento del pasado. La palabra de Dios es una radiografía de
nuestra vida, de nuestra experiencia de hoy.
Aquí venimos
para recordarnos nuestra fragilidad, para fortificar con el amor de Dios y su
perdón nuestra muralla, para entregarle sólo a él la llave de nuestro ser.
El poeta cubano,
Nicolás Guillén escribió el famoso poema, ahora, canción titulado: la Muralla:
Al corazón del
amigo,
abre la muralla;
al veneno y al puñal,
cierra la muralla;
al mirto y la hierbabuena,
abre la muralla;
al diente de la serpiente,
cierra la muralla;
al ruiseñor en la flor
abre la muralla.
abre la muralla;
al veneno y al puñal,
cierra la muralla;
al mirto y la hierbabuena,
abre la muralla;
al diente de la serpiente,
cierra la muralla;
al ruiseñor en la flor
abre la muralla.
A Dios
Padre y Creador
abre la muralla.
A Jesucristo, el Señor,
abre la muralla.
Al Espíritu Santo, fuego y amor,
abre la muralla.
abre la muralla.
A Jesucristo, el Señor,
abre la muralla.
Al Espíritu Santo, fuego y amor,
abre la muralla.
¿A quién
abres la puerta de tu alma?
El evangelio,
hermanos, no es nuestra historia. Es la historia de Jesús, el Señor, el testigo
fiel.
¡Qué diferente
su historia de la nuestra!
"Jesús fue
conducido al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo".
La tentación del
cuerpo: el hambre.
La tentación del
espíritu: la fama.
La tentación del
corazón: el dinero.
¿Qué hizo Jesús?
Jesús no abrió
la muralla de su vida al tentador. No traicionó su vocación. No desobedeció el
plan de Dios. Y nos enseñó la respuesta que debemos dar al tentador.
"No sólo de
pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios".
"No
tentarás al Señor tu Dios".
"Adorarás
al Señor tu Dios".
Hoy comenzamos
la Cuaresma bajo el signo de la siempre presente tentación.
La comenzamos
recordando la debilidad de todo ser humano y la fuerza y la fidelidad de
Jesucristo.
Recordamos
nuestra condición: por el hombre viene el pecado, la guerra, el sida, la
violencia, la despreocupación del gobierno por los pobres…
Por un hombre,
Jesucristo, viene el perdón, la sanación, la salvación, el amor de Dios…
Del hombre viene
el no a Dios y a los hermanos.
De un hombre,
Jesucristo, viene el sí a Dios y a todos los que lo celebran como su Señor.
Un periódico
hizo esta pregunta a sus lectores: "¿Cuál es la causa de que haya tanto
mal en el mundo?"
Hubo miles de
respuestas.
G. K.
Chesterton contestó: "Dear Sir, I am". "Querido Señor, Yo
soy".
I Domingo de Cuaresma. Ciclo A
1 de marzo de 2020
Hechos que son Noticias
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