Domingo, 1 de diciembre de 2019
CITAS BÍBLICAS
- 1ra lect.: Isaías 2, 1-5
- Sal 121
- 2da lect.:
Romanos 13, 11-14
- Evangelio: Mateo
24, 37-44
“Vayamos con alegría al
encuentro del Señor”
Muchos siglos atrás un rabino preguntó a sus alumnos si sabían cuando
terminaba la noche y comenzaba el día.
Un alumno
sugirió –"cuando ves un animal en la distancia y puedes decir si es una
oveja o una cabra".
Otro dijo
–"cuando ves un árbol en la distancia y puedes decir si es un manzano o
una higuera".
Cada uno de sus
alumnos iba dando respuestas parecidas y ninguna parecía satisfacer al maestro.
Éste les
dijo-"amanece de verdad cuando miras a la cara de cualquier ser humano y
ves en esa cara el rostro de tu hermano o tu hermana, si no ves esto, sea la
hora que sea, para ti es todavía de noche".
¿Qué visión
alimenta nuestro caminar cristiano?
En este primer
domingo de Adviento, nosotros dirigimos nuestra mirada al futuro.
Jesús nos dejó
pero sabemos que volverá y nosotros esperamos su venida.
Adviento es
tiempo de espera.
¿Y por qué
no nos dejó una tarjeta de visita con el día y la hora de la cita?
¿Por qué nos
mantiene en este suspense?
"Vigilen
porque no saben el día en que su Señor vendrá". A la hora que menos lo
piensen vendrá el Hijo del Hombre.
Hágase esta
pregunta: ¿estas palabras de Jesús qué despiertan en su corazón? ¿Miedo o
alegría?
Porque hay
esperas y esperas.
La espera del
que no puede dormir porque el miedo le tortura y la espera del que no duerme
por la ansiedad ante un encuentro largamente esperado.
¿Qué pretende
Jesús con este silencio sobre la hora y el día de su segunda venida?
¿Meternos miedo
o darnos una grata sorpresa?
Todo depende de
tu corazón miedoso o confiado.
Todo depende de
la experiencia y relación que has tenido con Él a lo largo de tu vida.
Muchas veces te
has podido encontrar con El.
Muchas veces se
te ha revelado la belleza y el amor de Jesús.
Muchas veces, en
el pecado, en la frialdad y en el abandono has experimentado el perdón de
Jesús. Jesús para nosotros no es nuevo, no es una sorpresa, no es una cita
ciega. A lo largo de nuestra vida lo hemos ido conociendo y olvidando, amándolo
unas veces y odiándolo otras. Una amistad con muchos altibajos.
A la hora
que menos lo pienses y de la manera más imprevista, te encontrarás de nuevo con
Él.
¿Cómo sería
nuestra vida si creyéramos de verdad en la segunda venida del Señor?
Cada domingo, en
el Credo, decimos:
"Y de
nuevo vendrá con gloria a juzgar"…
Y en cada
eucaristía decimos: "Ven, Señor, Jesús".
Cada año, en
Adviento, hacemos un paréntesis para reflexionar y orar por la venida del
Señor en su parusía, en el último día. ¿Pero quién se lo toma en serio? ¡Eso
está tan lejos!
Adviento es
tiempo de despertar, vigilar y esperar.
¿Cómo sería
nuestra vida si de verdad creyéramos en la segunda venida del Señor?
¿Cómo debemos
esperar al Señor?
Pablo nos
aconseja: "Revestíos del Señor Jesús".
Revestirse del
Señor es una invitación a vivir un estilo de vida que ciertamente tiene su
precio.
Cuando un marido
o un amigo tiene que hacer un regalo o tomar una decisión en nombre de otro,
piensa: ¿qué le gusta, qué haría él?
Intenta ponerse
en su lugar, meterse en su piel para acertar. Y esto exige vivir una relación
de intimidad, confianza y amor.
Revestirse del
Señor Jesús es también pensar: ¿Cómo actuaría Jesús? ¿Cómo debo actuar yo
en nombre de Jesús? No puedo acertar si no tengo una relación de confianza y de
amor con Él.
Revestirse del
Señor Jesús es soñar con el profeta Isaías en una vida en la cima de la montaña
donde el Reino de Dios es luz, paz y justicia.
Nosotros venimos
aquí a ponernos el traje, el vestido de Jesús.
Y esto es
más complicado que poner un sticker en el coche que dice: Jesús loves you o
ponerse una camiseta con un mensaje religioso: Jesús is my homeboy o lanzar un
grito: Viva Cristo.
El traje de
Jesús es tener el deseo y el sueño de vivir para la justicia y el amor y que
ese sueño nos posea y nos impulse a luchar contra toda injusticia y todo odio.
El vestido de Jesús
no viene en XL L, M, S, sólo tiene una talla para todos. Y no tiene precio, es
un regalo de Dios.
Pero hay que
llevarlo con dignidad.
Hay que llevarlo
en la lucha por la justicia.
Hay que vigilar
para no perderlo.
Hay que amarlo
hasta dar la vida por él.
El Señor viene.
Aquí y ahora. Celebrémosle.
I Domingo. Tiempo ADVIENDO – Ciclo A
Hechos que
son Noticias
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