Domingo, 29 de septiembre de 2019
CITAS BÍBLICAS
1ra lect.: Am 6, 1-7
Sal 145
2da lect.: 1Tim 6, 11-16
Evangelio: Lc 16, 19-31
SOLIDARIDAD
QUE COMPARTE
En este domingo el Señor
quiere llamarnos a rendir cuentas de nuestra vida, y la Palabra de Dios nos
ofrece puntos de referencia sobre los cuales hacer este ejercicio: sana
administración de los bienes materiales, búsqueda de la justicia, oración por
los gobernantes...
Parece increíble, pero Jesús
se vale de un ejemplo negativo para sacar edificantes conclusiones. Él no
elogia la acción inmoral del administrador astuto, pero sí valora la
“habilidad” con que actuó para hacerse amigos que lo acogieran el día de
mañana. Los cristianos debemos aprender la astucia, la picardía para actuar,
obviamente no para hacer el mal, sino para vencer al mismo con acciones de
justicia y de igualdad, para ser buenos administradores de la gracia que se nos
ha dado con el bautismo. No somos propietarios, sino mayordomos de
nuestros bienes, y los debemos administrar para bien de todos.
La Palabra de Dios nos
confronta crudamente con la realidad, con el estilo de vida marcado por la
injusticia y la explotación, como objetivo de ganancia y de acumulación de
bienes. Estamos obligados a hacer balance de cómo obtenemos los bienes, de
dónde proceden, qué destino les damos; si están al servicio de las justas
necesidades de los más desfavorecidos por la sociedad del consumismo salvaje y
despiadado, que solo busca sus propios beneficios. La Iglesia, desde la
Palabra, tiene que poner al descubierto esta realidad con su ejemplo y
coherencia de vida.
Los que son ricos en bienes materiales necesitan
ponerlos al servicio de los necesitados para conseguir los bienes del Reino.
Bendito seas, Dios Padre, por
el aviso que hoy nos das
por medio de Jesús a tus hijos
queridos, los hijos de la luz,
para que despertemos las
enormes energías del Reino, sin ceder
al cansancio y la inhibición,
la rutina y el desaliento.
Reconocemos, Señor, que no
siempre actuamos como discípulos
de Cristo, porque nos vence el
apego a los bienes terrenos,
la idolatría del dinero, la
comodidad y el abstencionismo.
Ten compasión de nosotros,
Señor, y ayúdanos con tu gracia.
Enséñanos a usar los bienes
perecederos de esta vida,
invirtiéndolos con generosidad
en nuestros hermanos más pobres,
y ganándonos así amigos
seguros en las moradas eternas.
Amén.
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