Color: Verde
Domingo, 7 de julio de 2019
Isaías 66, 10-14c
Gálatas 6, 14-18
Lucas 10, 1-12.17-20
Iglesia misionera
La tarea de la
evangelización es responsabilidad de todo cristiano. Después de hacer camino y
de haber experimentado el amor de Dios en su propia vida, el discípulo debe
convertirse en apóstol. Los doce fueron discípulos y luego apóstoles (Mt
10,1ss). Los 72 también fueron discípulos; luego Jesús los envió y los
convirtió en apóstoles del Reino. Nosotros tenemos que ser discípulos y
experimentar toda una transformación de nuestra vida. Y todos, una vez hecho
camino de discipulado, hemos de convertirnos en apóstoles del Reino.
“La mies es abundante
y los obreros pocos; pidan al dueño de la mies que envíe más obreros a su
mies”. Este fragmento del evangelio es con frecuencia utilizado para hacer
promoción y oración por las vocaciones sacerdotales y religiosas. ¡Claro que es
muy válido! Pero las vocaciones sacerdotales y religiosas no son la única ni
necesariamente la mejor forma de ser discípulos y apóstoles. Son,
sencillamente, una forma para hacer camino de discipulado y apostolado.
La vocación (es decir
el llamado) no es específicamente para ser sacerdotes o religiosos sino para
hacer camino con Jesús. Asimismo el apostolado no es una tarea exclusiva de
sacerdotes o religiosos. Es una tarea propia de aquel discípulo maduro que
tiene un mensaje de amor para la humanidad. Toda la Iglesia, todos los
cristianos estamos invitados a hacer camino de discipulado y apostolado.
Digamos algo acerca
de las recomendaciones prácticas de Jesús a los setenta y dos: “Pónganse
en camino”. El camino es lo propio del discípulo. Esta vez el camino ya no
es sólo para seguir a Jesús sino para anunciarlo. Tal vez vivamos un
cristianismo cómodo, de rezos y no más. Otros (sacerdotes, monjas, obispos,
papas, etc.) han sido los protagonistas. Es hora de despertar y ponernos en
camino. La Iglesia es de todos. La responsabilidad es de todos.
“Yo los envío como
corderos en medio de lobos”. Jesús conocía muy bien la realidad humana.
Era consciente de los peligros que implicaba anunciar el Reino de Dios en un
mundo estructuralmente injusto. Hoy esa realidad no ha cambiado. A nadie
persiguen por hablar de Jesús; pero si se asume de verdad su Causa, nos daremos
cuenta de que realmente estamos como ovejas en medio de lobos. Así que es
necesario ser muy prudentes.
Cuando habla de no
llevar dinero, provisiones ni calzado, más que una prohibición concreta, es una
invitación a una vida austera y sencilla. Primero, por la forma de vida del
cristiano, y segundo, porque lo que debe llamar la atención no deben ser las
arandelas que cubren al ser humano, que hoy brillan y mañana se marchitan, sino
la calidad humana del apóstol.
La paz era y sigue
siendo el saludo del judío: “Shalom”. Más que un saludo rutinario el apóstol
debe ser un portador de paz por excelencia. La casa, la familia, el trabajo, el
entorno vital en el que se desarrolla el apóstol del Reino ha de ser un lugar
de paz. ¡Tremenda misión!
El apóstol ha de ser
un luchador contra el “demonio”. Hablar de demonios hoy puede ser un tanto
riesgoso por todas las connotaciones mágico-religiosas que tienen en nuestro
contexto. Los grupos neopentecostales, tanto los que militan en la Iglesia
Católica (Los Renovados, la Renovación Carismática, etc.) como los que están
fuera de ella (algunas sectas de origen norte americano, como los
pentecostales, cuadrangulares, evangélicos, los del séptimo día, misión
mundial, etc.), dicen vivir en una lucha constante contra el demonio. Lo ven en
la falda de la muchacha coqueta, en los ojos del joven rebelde, en aquel que
gusta de la religiosidad oriental… en fin, ven el demonio hasta en la
sopa.
La palabra
daimonion, o daimón en diminutivo, no tiene ninguna relación etimológica con
Satanás o con el diablo. En el lenguaje antiguo significaba una divinidad menor
o algunos seres intermediarios, poderes mágicos impersonales en el hombre o
algún genio tutelar. En general se utilizaba este término para hablar de
poderes invisibles desconocidos y todo aquello que sobrecogía al ser humano.
Sobre todo, aquello que causaba enfermedades. Más que seres personales eran
realidades que afectaban al ser humano y lo hundían en el dolor. Normalmente se
decía que estaban poseídos por demonios, aunque sería más exacto hablar de
afligidos por realidades que los aplastaban.
Cuando el
evangelio de hoy habla de los demonios que obedecían a los apóstoles y de
Satanás que caía, no significa que Jesús haya enviado a exorcizar y a echar
demonios, como equivocadamente muchos grupos lo entienden hoy. Se trata de
luchar contra todo aquello que aplasta al ser humano y lo somete a una vida
rastrera e infeliz. La Buena Noticia del Reino lleva consigo la lucha decidida
para rescatar al ser humano de todas sus cadenas y conducirlo a una vida
plenamente realizada y feliz.
Finalmente,
resaltemos la alegría de los apóstoles. Es la alegría de aquel que siente que
está aportando algo para que el mundo no siga el mismo con las mismas. Es la
alegría de aquel que supera la simple animalidad consumista y da lo mejor de sí
para que el mundo sea mejor. De aquel que se convierte en protagonista del
devenir histórico. Es la alegría propia de los trabajadores del Reino. Ojalá
que en cada encuentro de hermanos todos estemos rebosantes de alegría porque
trabajar en el Reino de Dios nos debe mantener siempre alegres y optimistas.
Ojalá que nuestros nombres también estén escritos en el cielo, que hagamos
parte de la gozosa transformación de nuestra historia hacia la instauración de
la justicia del Reino.
Oración
Padre te damos
gracias porque siempre conduces nuestra historia hacia la plena realización.
Porque suscitas personas, líderes, mensajeros y mensajes necesarios para cada
momento histórico. Gracias porque en cada momento podemos sentir tu presencia
que nos consuela en su regazo como una buena madre, nos reconforta con su
abrazo como un buen padre y nos conduce a la verdad completa con la gracia del
Espíritu.
Te pedimos que
nos ayudes a enfrentar con fortaleza, entusiasmo, alegría y esperanza cada
momento que nos toque vivir. Ayúdanos a enfrentar las frustraciones, los
problemas y los fracasos con la esperanza cierta de que, con tu ayuda,
saldremos de ellos humildes y victoriosos, fortalecidos y con la lección
aprendida. Ayúdanos a disfrutar de nuestros sueños al igual que de nuestros
logros; mantén en nosotros la certeza de que vivimos para ti, para el amor,
para la fraternidad, para la alegría y par ala felicidad plena. Que los grandes
o pequeños dolores no nos van a frustrar ni a quitar la alegría de sentirnos
parte de tu plan de salvación. Ayúdanos a trabajar unidos para construir y
reconstruir nuestra vida de manera que podamos experimentar en cada momento tu
amor paternal y maternal que nos envuelve, nos protege, nos libera y nos
conduce siempre por el mejor de los caminos.
Gracias porque
por medio de tu Hijo Jesucristo nos sigues llamando a ser buena noticia.
Nosotros también queremos ser discípulos y apóstoles de la justicia del Reino.
Queremos combatir el odio, el desamor y la tristeza, y sembrar fe, esperanza,
amor, paz y alegría. Hoy queremos decirte Padre Dios, que disponemos
nuestra mente, nuestro corazón, nuestras familias y comunidades para que reines
con tuda tu plenitud. Queremos manifestar al mundo con nuestras palabras y con
nuestras obras que tu reino se hace presente en nuestras vidas como una Buena
Noticia que dinamiza toda nuestra historia. Queremos experimentar cómo poco a
poco nuestros nombres van quedando grabados en la historia de la salvación que
vamos escribiendo con la gracia de tu Espíritu. Nos sentimos enteramente tuyos,
llevados siempre por tus manos grandes, generosas y protectoras que nos
conducen irreversiblemente a la plenitud. Amén.
XIV
Domingo. Tiempo Ordinario. Ciclo C
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