miércoles, 3 de julio de 2019

HOMILÍA: XIV Domingo. Tiempo Ordinario. Ciclo C

Color: Verde

Domingo, 7 de julio de 2019

Isaías  66, 10-14c    
Gálatas 6, 14-18    
Lucas 10, 1-12.17-20

Iglesia misionera
La tarea de la evangelización es responsabilidad de todo cristiano. Después de hacer camino y de haber experimentado el amor de Dios en su propia vida, el discípulo debe convertirse en apóstol. Los doce fueron discípulos y luego apóstoles (Mt 10,1ss). Los 72 también fueron discípulos; luego Jesús los envió y los convirtió en apóstoles del Reino. Nosotros tenemos que ser discípulos y experimentar toda una transformación de nuestra vida. Y todos, una vez hecho camino de discipulado, hemos de convertirnos en apóstoles del Reino.
“La mies es abundante y los obreros pocos; pidan al dueño de la mies que envíe más obreros a su mies”. Este fragmento del evangelio es con frecuencia utilizado para hacer promoción y oración por las vocaciones sacerdotales y religiosas. ¡Claro que es muy válido! Pero las vocaciones sacerdotales y religiosas no son la única ni necesariamente la mejor forma de ser discípulos y apóstoles. Son, sencillamente, una forma para hacer camino de discipulado y apostolado.
La vocación (es decir el llamado) no es específicamente para ser sacerdotes o religiosos sino para hacer camino con Jesús. Asimismo el apostolado no es una tarea exclusiva de sacerdotes o religiosos. Es una tarea propia de aquel discípulo maduro que tiene un mensaje de amor para la humanidad. Toda la Iglesia, todos los cristianos estamos invitados a hacer camino de discipulado y apostolado.
Digamos algo acerca de las recomendaciones prácticas de Jesús a los setenta y dos: “Pónganse en camino”. El camino es lo propio del discípulo. Esta vez el camino ya no es sólo para seguir a Jesús sino para anunciarlo. Tal vez vivamos un cristianismo cómodo, de rezos y no más. Otros (sacerdotes, monjas, obispos, papas, etc.) han sido los protagonistas. Es hora de despertar y ponernos en camino. La Iglesia es de todos. La responsabilidad es de todos.
“Yo los envío como corderos en medio de lobos”. Jesús conocía muy bien la realidad humana. Era consciente de los peligros que implicaba anunciar el Reino de Dios en un mundo estructuralmente injusto. Hoy esa realidad no ha cambiado. A nadie persiguen por hablar de Jesús; pero si se asume de verdad su Causa, nos daremos cuenta de que realmente estamos como ovejas en medio de lobos. Así que es necesario ser muy prudentes.
Cuando habla de no llevar dinero, provisiones ni calzado, más que una prohibición concreta, es una invitación a una vida austera y sencilla. Primero, por la forma de vida del cristiano, y segundo, porque lo que debe llamar la atención no deben ser las arandelas que cubren al ser humano, que hoy brillan y mañana se marchitan, sino la calidad humana del apóstol.
La paz era y sigue siendo el saludo del judío: “Shalom”. Más que un saludo rutinario el apóstol debe ser un portador de paz por excelencia. La casa, la familia, el trabajo, el entorno vital en el que se desarrolla el apóstol del Reino ha de ser un lugar de paz. ¡Tremenda misión!
El apóstol ha de ser un luchador contra el “demonio”. Hablar de demonios hoy puede ser un tanto riesgoso por todas las connotaciones mágico-religiosas que tienen en nuestro contexto. Los grupos neopentecostales, tanto los que militan en la Iglesia Católica (Los Renovados, la Renovación Carismática, etc.) como los que están fuera de ella (algunas sectas de origen norte americano, como los pentecostales, cuadrangulares, evangélicos, los del séptimo día, misión mundial, etc.), dicen vivir en una lucha constante contra el demonio. Lo ven en la falda de la muchacha coqueta, en los ojos del joven rebelde, en aquel que gusta de la religiosidad oriental… en fin, ven el demonio hasta en la sopa.
La palabra daimonion, o daimón en diminutivo, no tiene ninguna relación etimológica con Satanás o con el diablo. En el lenguaje antiguo significaba una divinidad menor o algunos seres intermediarios, poderes mágicos impersonales en el hombre o algún genio tutelar. En general se utilizaba este término para hablar de poderes invisibles desconocidos y todo aquello que sobrecogía al ser humano. Sobre todo, aquello que causaba enfermedades. Más que seres personales eran realidades que afectaban al ser humano y lo hundían en el dolor. Normalmente se decía que estaban poseídos por demonios, aunque sería más exacto hablar de afligidos por realidades que los aplastaban.
Cuando el evangelio de hoy habla de los demonios que obedecían a los apóstoles y de Satanás que caía, no significa que Jesús haya enviado a exorcizar y a echar demonios, como equivocadamente muchos grupos lo entienden hoy. Se trata de luchar contra todo aquello que aplasta al ser humano y lo somete a una vida rastrera e infeliz. La Buena Noticia del Reino lleva consigo la lucha decidida para rescatar al ser humano de todas sus cadenas y conducirlo a una vida plenamente realizada y feliz.
Finalmente, resaltemos la alegría de los apóstoles. Es la alegría de aquel que siente que está aportando algo para que el mundo no siga el mismo con las mismas. Es la alegría de aquel que supera la simple animalidad consumista y da lo mejor de sí para que el mundo sea mejor. De aquel que se convierte en protagonista del devenir histórico. Es la alegría propia de los trabajadores del Reino. Ojalá que en cada encuentro de hermanos todos estemos rebosantes de alegría porque trabajar en el Reino de Dios nos debe mantener siempre alegres y optimistas. Ojalá que nuestros nombres también estén escritos en el cielo, que hagamos parte de la gozosa transformación de nuestra historia hacia la instauración de la justicia del Reino.
Oración
Padre te damos gracias porque siempre conduces nuestra historia hacia la plena realización. Porque suscitas personas, líderes, mensajeros y mensajes necesarios para cada momento histórico. Gracias porque en cada momento podemos sentir tu presencia que nos consuela en su regazo como una buena madre, nos reconforta con su abrazo como un buen padre y nos conduce a la verdad completa con la gracia del Espíritu.
Te pedimos que nos ayudes a enfrentar con fortaleza, entusiasmo, alegría y esperanza cada momento que nos toque vivir. Ayúdanos a enfrentar las frustraciones, los problemas y los fracasos con la esperanza cierta de que, con tu ayuda, saldremos de ellos humildes y victoriosos, fortalecidos y con la lección aprendida. Ayúdanos a disfrutar de nuestros sueños al igual que de nuestros logros; mantén en nosotros la certeza de que vivimos para ti, para el amor, para la fraternidad, para la alegría y par ala felicidad plena. Que los grandes o pequeños dolores no nos van a frustrar ni a quitar la alegría de sentirnos parte de tu plan de salvación. Ayúdanos a trabajar unidos para construir y reconstruir nuestra vida de manera que podamos experimentar en cada momento tu amor paternal y maternal que nos envuelve, nos protege, nos libera y nos conduce siempre por el mejor de los caminos.
Gracias porque por medio de tu Hijo Jesucristo nos sigues llamando a ser buena noticia. Nosotros también queremos ser discípulos y apóstoles de la justicia del Reino. Queremos combatir el odio, el desamor y la tristeza, y sembrar fe, esperanza, amor, paz y alegría. Hoy queremos decirte Padre Dios, que disponemos nuestra mente, nuestro corazón, nuestras familias y comunidades para que reines con tuda tu plenitud. Queremos manifestar al mundo con nuestras palabras y con nuestras obras que tu reino se hace presente en nuestras vidas como una Buena Noticia que dinamiza toda nuestra historia. Queremos experimentar cómo poco a poco nuestros nombres van quedando grabados en la historia de la salvación que vamos escribiendo con la gracia de tu Espíritu. Nos sentimos enteramente tuyos, llevados siempre por tus manos grandes, generosas y protectoras que nos conducen irreversiblemente a la plenitud. Amén.



XIV Domingo. Tiempo Ordinario. Ciclo C










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