Domingo, 10 de noviembre de 2019
CITAS BÍBLICAS
- 1ra lect.: Macabeos 7,
1-2.9-14
- Sal 144
- 2da
lect.: II Tesalonicenses 2, 15-3,5
- Evangelio: Lc 20, 27-38
OPERACIÓN
SALIDA
PRIMERA LECTURA
El rey del
universo nos resucitará para una vida eterna.
Lectura del segundo libro
de los Macabeos. 2 Mac 7,1-2.9-14.
En
aquellos días arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hito azotar
con látigos y nervios para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la
ley. El mayor de ellos habló en nombre de los demás: -¿Qué pretendes sacar de
nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros
padres.
El segundo, estando para
morir, dijo: -Tú, mal vado, nos arrancas la vida presente; pero, cuando hayamos
muerto por su ley, el rey del universo nos resucitará para una vida eterna.
Después se divertían con
el tercero. Invitado a sacar la lengua, lo hizo en seguida y alargó las manos
con gran valor. Y habló dignamente: -De Dios las recibí y por sus leyes las
desprecio; espero recobrarlas del mismo Dios.
El rey y su corte se
asombraron del valor con que el joven despreciaba los tormentos. Cuando murió
éste torturaron de modo semejante al cuarto. Y cuando estaba a la muerte, dijo:
-Vale la pena morir a manos de los hombres cuando se espera que Dios mismo nos
resucitará. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida.
Palabra de Dios.
Salmo
responsorial. Sal 16,1.5-6,8b y 15.
R./ Al despertar me
saciaré de tu semblante, Señor.
Señor, escucha mi
apelación,
atiende a mis clamores;
presta oído a mi súplica,
que en mis labios no hay
engaño.
R./
Mis pies estuvieron
firmes en tus caminos,
y no vacilaron mis pasos.
Yo te invoco, porque tú
me respondes; Dios mío,
inclina el oído y escucha
mis palabras.
R./
A la sombra de tus alas
escóndeme.
Yo con mi apelación vengo
a tu presencia,
y al despertar me saciaré
de tu semblante.
R./
SEGUNDA LECTURA
El Señor os dé
fuerza para toda clase de palabras y de obras buenas.
Lectura de la segunda
carta del apóstol San Pablo a los Tesalonicenses. 2 Tes 2,16-3,5.
Hermanos:
Que Jesucristo nuestro Señor y Dios nuestro Padre -que nos ha amado tanto y nos
ha regalado un consuelo permanente y una gran esperanza- os consuele
internamente y os dé fuerza para toda clase de palabras y de obras buenas. Por
lo demás, hermanos, rezad por nosotros, para que la palabra de Dios siga el avance
glorioso que comenzó entre vosotros, y para que nos libre de los hombres
perversos y malvados, porque la fe no es de todos.
El Señor, que es fiel, os
dará fuerzas y os librará del malo. Por el Señor estamos seguros de que ya
cumplís y seguiréis cumpliendo todo lo que os hemos enseñado. Que el Señor
dirija vuestro corazón para que améis a Dios y esperéis en Cristo.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Dios no es un Dios
de muertos, sino de vivos.
Lectura del santo
Evangelio según San Lucas. Lc 20,27-38.
En
aquel tiempo se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, [y
le preguntaron: -Maestro, Moisés nos dejó escrito: «Si a uno se le muere su
hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a
su hermano». Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin
hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron
sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de
cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella].
Jesús les contestó: -En
esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la
vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no
pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la
resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el
episodio de la zarza, cuando llama al Señor «Dios de Abrahán, Dios de Isaac,
Dios de Jacob». No es Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos
están vivos.
Palabra del Señor.
XXXII Domingo. Tiempo Ordinario – Ciclo C
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